Desde el principio, de forma implicita, he aceptado que la tierra gire alrededor del Sol; que gire sobre si misma, me llegó más tarde esa convicción, sobre todo porque, vale, había noche y día, pero que hoy te levantes a unas horas que no debieras, de esas que llaman intempestivas, donde hace dos meses, decías diego y ahora dices, día; te parece mal, Diego siempre ha sido mucho de dormir, la noche le ha venido mejor y algunas da más vueltas de lo normal, ya que Marisa hace tiempo que no está.
Entonces, cuando hoy, ves la luz, ¡a esas horas!, te enfadas con el giro, vale, lo acepto, por lo que sea hace tiempo, siglos o millones de años un día empezó a dar vueltas y, es lo que pasa y dicen, una vez que te pones ya no puedes parar. Todo lo anterior, lo aceptaron unos y los que ahora estamos en el tema, pues parece que también estamos por la labor. Pero que con tantos años la tierra no se haya terminado o de levantar o de tumbar, es como lo del vaso que se estrella aunque sin luz propia; bueno que no tiene nada que ver y a a vez nos despistamos, esa posición nos hace que los veranos sean diferentes a los inviernos, con sus luces y sombras, porque curioso sería que vivieras o los dos otoños o las dos primaveras y ya no tuvieramos conciencia de ser por lo austral y lo septentrional.
Por otra parte, y porque tiene todo que ver con lo anterior, aunque hay que echarle ganas. Tú te vas a la casilla de salida en el parchis, porque te ha tocado en la fatídica que siempre está en cualquier juego. Lo aceptas porque dicen que es parte de la esencia misma de la participación.
Estás sentado porque a ese momento del día llegas ya, habiendo descrito tus sueños a quienes no te escuchan más que como un susurro, chocado con la claridad de una ponente que no te da opción a pensar, habla dicho esto, por aquello; o se ha abierto el cielo porque tengo entendederas que hace poco tiempo no tenía. El manantial te ha entrado, esa es la realidad, y a los que acompañabas, crees que también. Asi que sobre la silla, sin que está haga nada por volar y con el cubilete con su correspondiente dado, que al ser agitado, duda en quedarse quieto sobre una realidad u otra de las 6 que tiene y que cuando se posa sobre una se quedaría tan pancho sobre ella, pero que otros no parecen aceptar.
Es en ese momento cuando te dices, no estaríamos mejor tumbados y que salga el sol por Antequera, sabiendo que allí todos los olivos son pardos. Mira que yo no he sido mucho de levantarme cuando ya me veo arregostado, incluso en Agosto, que meterte un poco en la fuente parece que apetece. Verte, sin embargo en esa casilla de salida, aunque sea de vuelta, porque antes te han penalizado, pero que parece que te han dado una oportunidad de cero, soñando que un mundo entero es para tí.
Que el un, dos, tres, cuatro viene mama pato, o perico de los palotes, al que tanto echas de menos
que el cinco y seis es como Idle o not to be y horizonte lo tienes en tus manos.
Todo esto lo supones, te alegra y te abre la cama para la última cabezadita que te perdiste, pero que con los primeros pasos por el escenario del parchis, te haga consciente que el
Pegasus en una socieda democrática pueda ser puesto por debajo de que guapa esta nuestra presidenta, te hace bajarte del tablero, buscar la azada y sembrar las fichas por si algun día de estas, podría aparecer otra realidad.
Miras a tu alrededor, y desde el que toma la alfombra para volar sobre lo que ve sin comprender su contexto a quienes con los fuegos artificiales confunden las guerras como fiestas; tu te desdices de lo que el Sol ha llegado a ser en nuestra vida, sobre porque por mucho astro que sea, la luz no la ves
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