Desde la otra habitación, mi mujer me ha preguntado que donde estaba la esterilla., La he dicho que estaba en el salón, para evitar que siguiera buscando. El problema ha sido que la andaba buscando porque se ha iniciado, hoy, en el yoga y le ha entrado tal emoción con la practica que me venia diciendo por el pasillo que quería practicar dos ó tres posturas que le habían gustado mucho.No la he querido especificar que estaba yo sobre ella, la esterilla.
Cuando ha entrado venía con unas mallas que no me las he puesto ni cuando representé "¿son las hormigas las reinas de las varietés?. Hemos no especificar la temática y desde luego, espero que no esté en ninguna de las plataformas de moda.
El caso es que después de veinte años, he salido a correr. No, no se vayan a creer que una hora o cuarenta minutos. He abierto la puerta del portal, he visto al presidente de Iberdrola y yo que iba con chandal y zapatillas de lucir, nada de runner, ni otras cosas que estén asociadas a este significado que desconozco, me he lanzado en dirección contraria. Él señor que se me ha quedado mirando, he pensado que para meterme en alguna de sus listas, ha intentado, al rato, pues me alejaba, echándole un ojo; con estos, no sabes a que atenerte. Como decía, ha levantado la mano como para saludar; luego ha señalado al suelo y he visto que se me había caído el pulsómetro. Me he vuelto y ya tenía rodeándole un ejército de palmeros.
Yo, que para esas cosas, no necesito ni un rebujito, ni na de na, me he arracando por bulerias. Al final, 10 canciones y un sudor, que me tiene aquí tirado, en la esterilla; a ella, con esa ropa para el infarto, pugnando por ese espacio.
¡Chico!, me dice, como iba a saber que te había dado por estirar. Si no sabrás que es eso; me lo ha dicho con el ritintin, ese tan afilado con el que me abre las venas, cuando intento parecer algo y a lo más, me afirma, es a un osobuco.
Yo, me he hecho "el orejas" y he seguido a lo mío, como para demostrarla que todo en mí tenía una cierta profesionalidad y era fruto de un trabajo concienzudo. Durante un buen rato, hemos tenido un silencio que ha llenado nuestro salón, de algunos de mis jadeos por el esfuerzo realizado. Ella, la miraba de reojo, como al de antes; porque cuando se me pone critica, no ahí quien pueda con sus puyas y matizaciones, pero hoy parecía interesada en mis actos. No sé si porque intuía que en alguno de ellos me podía quedar anclado y ya alguna otra vez, había tenido que intervenir para desamarrarme o del suelo o del sillón, que también, me deja ahí, sin capacidad de levantarme.
Poco a poco, ha ido haciendo alguna exclamación de asombro, acompañado de alguna advertencia de "lleva cuidado" mi amor, que eso no lo has hecho tú en tu puñetera vida.
Yo siempre me lo tomo a bien esas puntualizaciones, lo que no puede ser, pues no es y su sentido de la realidad, me ha ayudado para salir de muchos de los marrones en los que me suelo meter.
5 minutos y lo dejo, la he dicho, por si se quería ir a hacer alguna otra cosa. Nada se ha quedado plantada como el mayo del pueblo y yo, no he podido disimular más, porque de que iba a saber yo todas esas posiciones el caso que debajo del cojin he sacado el libro y he buscado alguna otra posición. Mi mujer se ha interesado, pensando que el trabajo era de algun entrenador personal. Cuando se ha acercado para ver su contenido, pese a mis reticencias, me lo ha quitado de las manos.
Joder Juanito, por decirme un nombre me ha dicho, ¿de dónde has sacado esto?. Nosotros ya no estamos para esto; fijándose un poco más y tomándose su tiempo, ha añadido "cogeremos estas tres o cuatro posturas, que me ha señalado, con paciencia y con cuidado, las podremos prácticar".
Hemos tomado nuestro tiempo como para valorar los pros o los contra de cada una de ellas. Tras irnos acercando, cada vez más y con unos ciertos movimientos que podríamos decir de estar en celo, hemos apagado la luz.
Hay cosas que ni una eléctrica, por muy grande y soberbía que sea, nunca va a comprender. Lástima, pienso, que a algunos les ponga más la cantidad, que la calidad. Nosotros sobre la esterilla, estamos por encontrarnos y por perdurarnos tal como eramos hace un rato. Sin ningun daño que añadir
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