Me subo a un camello atraído por su bamboleo. Siempre intento viví de acuerdo a las canciones que me inspiran.
Dos veces esas palabras vienen a ser como el "ábrete sésamo". Me lanzo y que la locura me envuelva. Además que se agache y me lo ponga todo más fácil me pone, me pone por las nubes que es donde está mi trono. Algunos los sueñan terrenales, yates, aviones privados, dentistas a la una de la madrugada. Gente atrapada en lo banal.
La ascensión a los cielos, al levantarse el cuadrúpedo es otra cosa; pura vida, deseos cumplido de contemplar la vida sin ataduras, menos aún sin harturas.
A los doctores que se entregan entre cabras, se les impregna el dolor de las cagarrutas. Tu fíjate en el país filmado de la excelencia, el que no tiene muere. Nosotros aquí vemos un centro médico en un pueblo que pagamos con nuestros impuestos y nos decimos " pues va puta mierda", mejor sería no pagarlos y que hubiera un centro privado, en el que " un médico nos sacara un riñón por verle, como si fuera cirujano y por comprarle un medicamento lo caro para que al calor le unamos el sofoco; un dos por un siempre interesante en los supermercados, incluso en los de la salud.
La rendijas que vamos dejando, en un campo mal cerrado o en una mente, a la que dicen palabras superiores, pero tan huecas de sentido, ¡Ay aquella basura de poesía de bestias y dioses regada por el clasismo y los vapores del clasista de San Fernando!. Entran hediondas superioridades, a la vez que idioteces que te mecen como el asiento en el que se empotra a un bebé para que no tenga otra posibilidad que comerse lo que le han puesto los mayores.
Amanecemos con grandes palabras pero nos encerramos en enormes cárceles. Cuentan que en Dinamarca a empresas como Blackstone, las tienen señaladas como dañinas para la sociedad. Aquí en nuestra España, esclava de bamboleos y apariciones para defender vidas e imperios, le damos la gestión de los pisos públicos. Queremos a Dios y al Diablo y los dos nos anidan en nuestra incongruencia.
Adoramos los nacimientos, pero nos olvidamos que todos somos "caganets", y la dignidad de la vivienda no debiera estar sometida al arbitrio de los especuladores, por mucho que nos pongan pantallas para abrumarnos con anunciaciones y advenimientos.
En una sociedad madura debiéramos dejar de soñar con viajar en camello, por mucho que nos meza. Cuando das al ser humano dignidad, les das oportunidades. Lo demás es basura en la que tratas de enterrar la vida de los que quieres como siervo.
Mírate, otra jodía canción te insinuaba que te huelen los pies. El mundo y sus musicas; otra cosa es el otro, y sus carroñas.
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