Noventa años después, mis miedos me enterraron y las palabras buscaron saltarse las simas de los hechos.
Con las contraventanas cerradas, Juan José me da las claves para entrar por una puerta exclusiva. A los insectos que andan por ahí viviendo infinitos días, les vamos asaeteando con productos que nos sanean el momento y nos gasean el futuro.
Todo profiláctico, todo rodado en imágenes irreales; un rey militar con dos súbditos que le adoran en un lego que quisieran fuera sin seres humanos. Nos hemos entregado a los titulares, mientras vivimos nuestras propias vidas apasionantes, con aguas extraídas para regar, con surcos trazados a escuadra, no en todos los casos, y con su esfuerzo, de despertarse y activarse al amanecer.
Estamos orgulloso de nuestro propio trabajo en el que cumplimos, nos entregamos a seres que parecen dioses porque les han dado juegos en el que pueden crear, matar, encerrar, puntuar por todo eso, sin darse cuenta que son puntuados; a la vez, creemos lo que periodistas escriben, como si fueran asépticos, con más, más y mucho más de todo, mientras viajan a contemplar la excepcionalidad de un tiempo mágico.
Son metidos en un avión para ir a la libertad y al glamour, como una sardina o unos mejillones que se han abierto estos domingos podrían ser testigos de la calidad de una lata con formas perfectas, si no fuera porque están muertos; los segundos, los primeros elaboran sus noticias, sus análisis para que tengamos su foco, que es de toda una sociedad.
Se repiten encuestas y dan ganadores, no a los niños, que apoyaron a las medidas excepcionales para que este mundo no se enfrentará cuando estaba confinado, también al hecho de dar más dignidad en su salario a los que menos tienen; o valorizan el hecho de ser mujer, esta que hace cincuenta años tenía que pedir permiso para tener cuentas corrientes. No, vencen quienes hablan y ya ejercen su martillo de quitar la sanidad pública para ir abriéndose a la privada. Se alzan los que dan dinero a los que ya en si quieren ser exclusivos, buscando colegios que elijan, no sus clientes, sino su dirección que aspira a ser una fortaleza.
Estamos en eso y dentro de 90 años, o menos 10, o menos 2, o menos, unos meses, estos hablan llegado porque los que quieren ir con los vencedores se han entregado para ser sometidos. Luego un tiempo en que no comprenderán a los catalanes, porque les creeran sus enemigos, cuando se demostró que sólo les habían puesto el foco, para distraer. Serán justicieros de unas gentes que se rebelan contra el sometimiento a unas élites que especulan con la vivienda y con la igualdad de oportunidades.
Iran por ahí, pensando que están en el lado bueno de la historia. De forma tierna podrías proclamar: ¡niños!, cuando les podría echar un cubo de agua y decir
¡Despertad! irresponsables con carrito de la compra a los supermercados de lo vacuo
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