Entra otra vez en el bosque, después de un invierno en el que has buscado la belleza de lo llano, por vegas de un encanto único, castigadas sin un agua que las abra a los matices de colores de esta época que pareciera jugar al escondite con la luz, es soberbio.
En la cuesta, comprendes que tienes que desaparecerte para encontrar los miedos, las inseguridades, las búsquedas que hacen tus compañeras de viaje.
Parece que estuvieras en el vagón de las certezas y sin embargo, entre estos árboles, comprendes que están muchos animales, silenciosos, expectantes, prestos a marchar o a pacer porque no parece ser, tu interés, producirles cualquier mal. Sigo por la pista utilizada para las labores del campo, para llegar y apostarse en la contemplación de aquellos y después, quizás, pum.
Nada es más importante que la preocupación de ellas; así lo sientes, te embarga el miedo porque en esos abismos se producen accidentes, que para el futuro queda como heridas, bien cicatrizadas y apenas observables o te meten en el pozo de las inseguridades, del que se tarda en hacer algun otro, paralelo, para desde ahí, contemplarte, puede ser que sacarte, o tener la mala suerte de poderte dar agua, y apenas otras ayuda.
Bajando hacia el valle, el silencio del domingo apacigua esa frustación, envuelve en tu luz, la sombra de las invasiones físicas. Violencias consentidas, amamantadas por decisiones necesarias, dejadas, por no oportunas, hasta el instante que están fuera de tiempo.
Te envuelves en tu yo, que sabes que vuela para tener difícil aterrizaje. Diálogo allí, pero también aquí.
Los que quieren permanecer y quedarse como únicos; ese dañiño bipartidismo, busca todo lo que pueda distorsionar los encuentros que están produciendo decisionespertinentes para una sociedad más humana.
Una prensa se siente atacada porque un grupo de personas han empezado a mostrar costuras mal cosidas de una sociedad, donde la Iglesia patrocina mentiras y rebeliones y donde las eléctricas, bancos y constructoras agradecen el despilfarro público con publicidades donde se elimine a quienes muestren las conexiones de esas dañiñas alianzas.
Te acuerdas, cuando ya te has dado cuenta de la necesidad de volver, de las páginas que estas leyendo en estos momentos del "el imperio del dolor"; un ejército bien pagado de vendedores atosiga a los médicos-lectores-oyentes con la mágica pocima que quitará el dolor de una sociedad. Recogen esos enviados noticias de lo mal que está llendo el producto o de las inicuas ayudas que no solucionarán nada.
No importa, desde arriba se dice que más proporción de opíaceos o más ataque a quien ha empezado a ser escuchado.
Dicen que por pensar existe división y que eso hace insalvable los puntos de coincidencia. Muchos focalizan y repiten eso.
Ojalá, quienes ahora están en el poder, comprendieran quienes son, como decía José Martí Gómez, en su narración de la fábula del pajárito, la vaca y la zorra.
Si Pablo, Irene e Ione sueltan caca, dicen su opinión, sobre una ayuda, incompleta, miedosa y el gobierno suelta sus pios para que salgan todo el coro de lobos que les van a limpiar de esa "grandísima ofensa" de ser el gobierno de la guerra. Qué se ande con cuidado, porques los depredadores tienen costumbre de ser patrocinados por los amos de las armas y un día, quizás, se hayan quedado con hambre y se los zampe.
Moraleja: no andes buscando quien vocee tus debilidades, no sea que sean estos quienes te coman. Son insaciables
No hay comentarios:
Publicar un comentario