jueves, marzo 17, 2022

Ajustese la dosis

 Aprendiendo de la derrota permanente 

 Intento tomar la dosis justa para evitar glorificar la guerra. Parece cosa mágica y como diría la canción, sin embargo, te quiero.

  Te piensas las cosas muy mucho, lees el prospecto y te dices, porque lo uno te lleva a lo otro, buff para mí, que si quiero uno y medio todo se va al traste. 

 Ya es difícil encontrar la partes que te dan el tota cl; te vas al baul de los recuerdos y tomas aquellas ropas que te llevan al otro siglo, pero bueno, te dices, no he consumido de más. Luego sales al jardin comunitario y entre el polvo, ..el del Sáhara, por aclarar encuentras ese producto que has cuidado con tanto amor, y así, poco a poco, vas sumando. Obvias el dolor de sentir que la mula es de muy lejos, porque por sus años y sus pérdidas de aceite ya parece de la tierra y sobre todo de la reguera que va dejando, tanto cuando anda, como cuando intentas colocar otros aperos que se contorsiona porque sea un intento de ensayo erótico, sino porque tu habilidad es la de un porquero en una sala de cirugia. Todo esto ya te hace el 95 % del total, pero claro a mí me pasa como a las eléctricas. Resulta que el cuaderno de bitácora donde voy apuntando todas mis acciones. No es de aquí, es de allí, de donde el Brexit. 

 Pasa, para los que preguntan, incrédulos, que aquello sube y sube, como en una montaña rusa que quiere hace un K2 para que luego cuando caigas, te chorrees, quitando toda la poesia de por medio.

  Si hasta lo tuyo has llegado extenuado y has tenido que tomar ya un poco de afuera, cuando ya quieres vivir un exceso, con lo que no te pertenece, entonces aquello ya hacen saltar las alarmas. 

  Puede pasar que te ensueñes con una proclama húmeda que te suelen hacer quienes, a la vez que te lo sirven, te compran. Tu eres first, pero no certificate, que eso te los dan los del inglés; si esos que te vendieron en un pack, la burra con el camello, de un posible elitismo a adquirir que escondía lo vacío y ante todo la sumisión a lo privado.

  Muchas veces, cuando me vienen generosos, sean los dones que dan los intermediarios de un dios por ellos interpretados, sean cuando las fábricas de dinero, me dan una entrada para su contemplación, yo, por mi pronto codicioso, me echo un jarro de cerveza al gaznate, pero otro por la cabeza. El primero, mira que atonta pero el otro, me dice, todo lo que te arrojes en los brazos de ellos, te estará dando un premio en forma de tarjeta de puntos.

  Te lo dicen, y mira que te han tocado cosas, pocas, la verdad, pero decides que a las tres, por evitar olores. Y claro, decides dar la vuelta al mundo andando. 

  Y en cada lado, observas que pocos evitan los agravios positivos, tejidos con los hilos invisibles de las futuras armaduras. 

   Mientras, aparecen los rubies para recompensar las nuevas victorias y las continuas cadenas y las llaves para entrar en tu propia caverna

 

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