Mi hija ha empezado con el tono de la canción, de mama comprame y me he caido de culo, que parece que trasero puede llegar a ser un poco remilgado.
Ella tiene tres años y nació de una relación esporádica que tuve en mi viaje al Ártico. Empiezas por restregarte la nariz y ya ves, terminas en el igloo como el rosario de la cantadora Aurora, nacida en Triana que cantó con Joselín, el pillastre; este, su apelativo, nunca me explicó el porqué.
El irme tan lejos no fue algo casual. En aquel momento los hielos se iban rompiendo y teníamos que tomar algunas medidas drásticas.
Poner grapas entre las dos partes separadas no parecía lo más adecuado, sobre todo por la oxidación y porque los osos habían decidio hacer tomarse la parte de arriba como la barra de equilibrio. Todo iba bien hasta que empezaron a producirse torcedura de tobillo y baile de kasachov, que ahí es donde quería yo llegar.
No se puede dejar una grapa a medio poner. Cuando empezaron a ensayar sobre alguna de estas últimas, y vieron que al caer podían pasar por debajo, pues quisieron pedir participar en los ejercicios de barra de las próximas olimpiadas.
La situación no era fácil, en algunos momentos se hizo estresante el ver a una delegación de osos ante la sede del Cómite Olímpico, si que era en Suiza, si que era en invierno, pero estos ya no eran iguales. y allí nadie salía a la puerta a recibirlos. No tú, decía uno; no tú, que eres más valiente y además participaste como kayakista en la expedición que descendio desde el Anapurna; qué no me vayas a decir a mí que tan alto, algo de nieve tenía que haber por narices y si no, seguro que por frío, si.
Asi que decidimos coger al toro por ....las patas delanteras y hablarles del cuidado que deberíamos llevar a la hora de utilizar tantos productos químicos. Al animal que barruntando la primavera, y ante la cercanía de una vaca, pareció que aquello lo importaba más bien poco. Con el hocico apartó un poco de nieve que quedaba encima de una gran matojo de nieve, pero con el cuidado suficiente para no echarle el aliento que acelera su deshielo, porque le resultaba gratificante al refulgir esa hierba hace una masa compacta que mezclada con el hielo creaba un agradable pipermin que para las horas anteriores a la siguiente ingesta venía a ser como un martini, para los entendidos o para los más rudos que no quiere decir más rodadas, era una cerveza que a la quinta, de quintos y con la poca gracia que tenían para los aperitivos te hacía andar si no en eses, al menos desconcertado hacía la butaca que sin darte cuenta te sacaba a morfeo, para que cayeras en su sueños pero no como cantante, sino como sonámbulo.
Yo de esto último, a veces, ejerzo. Por mucho que subir a la estación espacial fuera una opción que me dieron cuando descubrieron lo de la hija. No lo hice porque no fuera a ser que alguien me viera por allí y entre cuchicheos, que yo eso lo llevo muy mal, me llamarán el Virgen de Yebes, que existe gente muy loca que dice venga, vamos a soltarla.
Tu la miras de soslayo, porque ya ha pasado otras veces, que si te enfrentas ojos, con púpilas, estas, aún teniendo muy mala fama, encuentran el estímulo suficiente para decir: "venga, pa'lante" y te sueltan lo anterior, como no dándose cuenta que tú, en lo que te encuentras a gusto es en intentar que los químicos, por los productos, los seres humanos, echan diferentes coloraciones, no nos perjudiquen al impedir las imprescindibles radiciaciones de Chuck Berry o en su tono mayor de Lili, Rosemary y aquellas otras de la canción, que todas, ¡no me lo vayan a negar! eran unas soles.
Y lo que empezó como un hilo de un traje, parece haber sido de uno de un río y ya sabes que estos en cuanto tienen una piedra delante, según los que se junten, tiran para un lado, para arriba, lo cual sin mucha profundidad te puede hacer daño en la cabeza, o se estanca esperando tiempos mejores.
Y estos, buenos no son, y si no que se lo pregunten a los antibelicistas, denostados por ensimismamiento de una sociedad guiada.
Para buenos, las subidas en las bolsas de las empresas de armamento o en la pandemia, de otras muchas comercializadoras. Los males lo sufre la población, pero no les digas
¡eh que somos los que ponemos los muertos y necesitamos que no ganéis de forma tan indecorosa!
Ellos cogen te dicen toma esta piruleta máquina, ¡fíjate que cara!, que es la que les miras a ellos, aunque ellos lo decían por el precio. Y no rapeas, pues porque te has dado cuenta que mejor miras con cara de cordero, como idiotizado y ahí te las den todas.
Salga el Sol por donde quiera, aunque hoy de él se desprendan los rayos de los seres asesinados "en la matanza de Vitoria"; trabajadores luchando por unos derechos laborales y cíviles.
Memoria para vivirlos
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