No, desde luego no es la parada voladora, es mi alfombra. He conseguido que vuele, pero no sé por cuánto tiempo, por ello, me he puesto manos a la obra enseguida.
"La paz traicionada" de Amador Guallar. Se sube conmigo, primero, aquí, en tierra; para ser leido el libro y comprender la indefensión de una sociedad tomada por el fanatismo y encerrada por tantas traiciones hechas a un pais.
Son ellas, las mujeres, las niñas, las que son abocadas a una situación de sumisión, cuando son una parte necesaria para cambiar el futuro de un pais. Cada una de las niñas, que ha ido abriendo una ventana por la que entraba las letras, la comprensión de lo que estaba ocurriendo y luchaban por salir por unas escaleras que construían para que pudieran comunicarse entre todos habitantes.
Cada una de las palabras transformadoras que reciben desde una reverencia, son veneradas porque las empodera y las visualiza, en medio de mentes que han sido encerradas en sus deficiencias para convertirse en dioses con carencias que les envuelve en ruedas que arrollan su propio futuro.
Ver el alumnado, niñas y niños que van encontrando los momentos para comunicarse para compartir sus miedos, sus alegrias, pero también los temas que son entendidos sin sexo, sólo con los cerebros que necesitan los matices de cada una de ellas, en temas en los que suelen trabajar más o las matizaciones de aquellos a quienes la fuerza física les suele acompañar para enfrentar alguna situación muy particular, no, por ejemplo, de forma mensual, tener el periodo.
Me levanto con mi alfombra para quitar la visión frontal de quienes me ofrecen una realidad comprada. Es desagradable escuchar una revista de prensa en una radio, pero sólo de los periódicos que cumplen esa condición, ser dirigidos para enfrentarse, con el dinero de unos poderes económicos.
Con mis pies, les arrojo motas de polvo de otras realidades, se la suelen sacudir, para seguir a lo suyo; dando valor a los dueños. Pero insisto en seguir arrojando mis pequeños conocimientos adquiridos en el libro "Taliban", en los libros de Javier Espinosa, de Mónica García, Ramón Lobo, y tantas otras para manchar la mente de quienes se creen ajenos a la situación dantesca de dejar a niñas y jóvenes sin educación.
Hemos aceptado cercenarles partes de ellas, por nuestra tranquilidad, pero no de nuestra conciencia, porque antes armamos a los que ahora las encierran. Luego, les pusimos de enemigos, más tarde, intereso que cogieran, otra vez, poder, y ahora nos lamentamos.
Somos ventajistas, jugando con vidas humanas, como las del pueblo saharaui.
Tenemos tantas obligaciones que nos sirven para que se diluyan responsabilidades
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