miércoles, marzo 02, 2022

Correspondencias

   Me ha poseído, la irresponsabilidad, creía que no caería de bruces antes sus formas, sus palabras, su besos manta que me cubre cada uno de mis poros.

    Metido en el jaleo, me quedo mirando al menhir para saber quien lo colocó allí, junto con otros miles en Carvac. Me imagino que en aquel momento álgido se habría puesto de moda el crossfit y a parte de los niños y niñas que no tenían que ir a la guerra, en aquel período, familiares también ayudaría a aquel alineamiento.

    Ahora, los coches y la posibilidad de que esos terrenos sean urbanizables ha puesto en la tesitura a los periodistas vendedores de seguir las lineas que, en este caso, les ponen sus mayores. 

    La fuerza ya no la tienen que demostrar los jóvenes, porque son los mayores los que nos llevan a ese "comulgar con ruidos del vecino" que en otros sitios llaman alineamiento y son esos jóvenes, que creyéndose culpables, acuden prestos a cumplir con las exhibiciones de esa comunidad veterana.

   La acumulación, en este caso, de palabras es la misma que en nuestro pueblo de la Bretaña francesa, grande, tumultuosa y con una gran sensación de "aquí hemos venido a emborracharnos, lo demás que puede ser un caos o un resultado, que lo pagan los últimos".

   Tuve hace mucho tiempo, cuando absorto, embobado, añiñado, dicen otros, que me quedaba en la puerta de entrada de lo que me exhibían y me hacía gracia, una periodista que para dar una noticia, era capaz de hacer un remix de siete u ocho datos que juntándolos parecía que la conclusión tenía su lógica. 

   Hace tiempo, como diosa de atardeceres, pero no para despertares, la ví en su trono teniendo a la derecha a la razón de la obnubilación.

 Existe la gloria, cuando a tu lado, están mil y una sombras que realzan su figura, pensé.

 Estos días, como defensora de esos menhires puestos para gloria y disfrute de un laberinto en el que ya ellas, no te preocupes, te dan la mano para llevarte a su puerta de salida, de lo que tú eres, y entrada en lo que sus majestades quieren que seas, "su sumiso escuchador", intentaban llevar a un analista político a la contemplación de aquellas piedras. Este, de forma educada, quizás cavando su propia tumba, por no darles su cerebro, decía que aquello eran piedras y que él de lo que entendía era de política que era a lo que había ido allí. 

   Ella y su partner, que fue el periolisto que al final dio las tablas de la ley de lo que debemos creer porque se vio, de forma meridiana, que las luces le ponían descendiendo de su monte para rebelarnos la única verdad, desistieron ante un público enfervorecido de "más o menos tardes que me tienen amarradas a esta chorrada de televisión", de ser periodistas y buscar las razones de porque no a la guerra que habían defendido un partido político. Ya se encargó, alfa de decir que si los menhires están bien conjuntados será por algún arquitecto. 

  Y entonces, me subo al menhir, explendoroso, lascivo, que me pide abrazarle para poseerle aunque sé que toda su composición, se me va a pegar y como decía mi última, "tío, vas hecho un asco". 

   Desde arriba, desde esa uniformidad, me acerco a "La Base" que está lejana que es pequeñita, que no tiene ningún resguardo de otra concatenación del poder de aquel crossfit primigenio. 

    Allí se llega despues de haber pasado muchas zonas pantanosas, otras llenas de las ponzoñas que excretan esos meninos humanos que tienen hachas, cuchillos y pistolas que son más modernas para hacer levantar los pies, en un "baile de san Vito", no patrona de mi añorada y deseada furgoneta, a quienes osan decirles las cosas claras

        Que son corruptos y que sus comportamientos son antisociales. A aquel habitante de La Base, que era un ser social, su puerilidad no le asesinó, como hubieran querido. A otro, que era un servil repetidor de las cuentas de los menhires, por salirse un poco de tiesto, bailo, pero luego, porque no tenía nada más a lo que agarrarse, volvió a su esencia vil.

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