Lo paseo mucho, pero no soy bailarin y aunque cuando repaso su indice o consigo centrarme en algunos de sus contenidos, alucino con las posibilidades que tiene. Place of dance sería un libro que le daría a mi profesora para que consiguiera mi disciplina del caos que me posee; no sé si llegaría, entonces, la inspiración como diría Pablo Picasso. El duende, si quiso entrar alguna vez, se lo pensó tras merodear por mis alrededores.
El tema me ha elegido. Escucho los tambores y los tik tok de quienes venden sus productos como si fueran las luces celestiales a las que debemos seguir.
Todo a su alrededor tiene una aura de perfección que subyuga tantas vidas repetidas en trabajos cotidianos, en actos periódicos. Todos ellos equilibran un espacio de convivencia placentero, donde emergen los contactos esporádicos.
A cambio, por alguna razón, siento que la pesadez se instala en los pasos necesarios para tejer los propios caminos de quienes recorren las sendas con luces terrenales que se van ocultando.
Se vuelcan los castigos sobre los personajes maldecidos, por haber buscado el alivio a sus dolores, con la magía que ofrecía un producto, pagado, pero pareciera que poco por la gracia de empresas-luz.
Aquellos resultaron zombies por la potencia de la mezcla totem con el veneno de las visiones. Merodearon por los lodazales y lugares depravados, en razón a la adicción adquirida. Sus cuerpos trazaban círculos de debilidades y sus mentes eran tomadas por brazos que las llevaban a la absorción de una voluntad, que en algun atisbo de añorada libertad, pedía, ya sólo compasión.
Igual que "the grapes of wrath" de John Steinber, es "Empire of pain" de Patrick Radden Keefe un viaje al poder de un sistema capitalista, inmisericorde. Desnudado de todos sus artificios para ser referentes en una sociedad a la que esquilman, compran y someten.
Te sientas de forma intermitente, en esta época de evaluación, para seguir las pesquisas del autor que abarcan tantas carreteras como lugares necesarios para desbrozar tantas fosas sépticas tapadas y no encuentras ningun consuelo a la hora de la lectura de sus páginas, porque de forma exhaustiva va mostrando todo el poder de estos grandes emporios que ponen cargas de profundidad en las estructuras de una sociedad a la que destruyen, porque saben que será a ellos a quienes se les confie la reconstrucción de un sistema que tienen en las sombras de los paraisos fiscales, su tubería para ir empobreciendo sus habitantes clientes.
Consiguen, con sus luces colgadas en los mostradores de las estrellas, que por ser brillantes, sean inalcanzables al común de los humanos y por ello, te sometas a sus brillos, pero también a sus sombras.
Resulta tarea en perenne construcción, si a los edificios necesarios les vamos introducción nuestras propias termitas, luciérnagas con vestidos para el arrobo que toman su fuerza de las luces guias que pisamos en nuestras propias desorientaciones.
Pueblos saqueados por los mismos a los que sus pobladores votan para darles a los cables de las eléctricas la categoria de estrellas.
Cuando quisimos enredarnos en nuestros sometimientos, dejamos a los vendedores la suerte de nuestro futuro. Comodidades inmediatas para esclavizar perspectivas.
Dice Berltot Brecht, en "increible ascensión de Arturo Ui", que cuando le damos el poder a un mafioso, este actuará como tal, y además nos someterá.
¡Ha pasado tantas veces!
Sólo el pueblo, salva al pueblo, dicen. Si los políticos tienen miedo a las empresas. Lo mismo se han convertido en sus aplicados vendedores, agresivos, no comprenden que cuando sus amos se tengan que salvar, serán ellos los señalados y....... los cobardes mercaderes
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