Cuerpos tendidos por un suelo rugoso. Los dos parecen tomar las formas del otro hasta mimetizarse. Podría pasar el tiempo como un dron y no darse cuenta de nada.
El silencio se alarga porque al tiempo nada le sucede. Se adormeció en un invierno que no consigue desperezarse e irse. Los brotes de la primavera permanecen expectantes, por si un día, un segundo más prolongado de luz consigue abrirse paso entre los hielos, los tempanos y suelo que cayó en un sopor con el que acunó a sus plantas para que estas descansarán de todo su esplendor de las demás estaciones.
Como llevado de un hilo, un dedo, una brizna de oxígeno consiguen moverse, todo es tan mínimo que el cielo no parece darse cuenta de su poder. Luego será una mano, un pie, un pecho que se hincha, como con miedo porque ese abultamiento pudiera mover una foto fija. Algo visita los cuerpos y los hechiza para que vayan tomando vida.
Cuando esta llega, es una explosión, la primavera rompe las ultimas garras del cruel invierno y brota como en saltos, giros que quisieran trepanar el, aún, espeso aire.
Allí, una mata atrapa y ocupa sus alrededores; un árbol luce orgulloso su nuevos brotes de flores y brotes. Los animales bostezan para alejar su letargo y ellas, las hierbas te hipnotizan como un colchón para meterte en los muelles de una humedad que te calará los huesos.
Sois, 5, 7, muchos más sería una invasión.
Te vistes de grupo y lento, muy lento miras todo a tu alrededor. Tanta y tanta belleza. Subirás con saltos, las cimas que absorberán tus oxígenos pero te pintarán, ser creciendo.
Girarás acompañando alguna hoja antigua que cae, para levantarte con otros giros que trepanan los sonidos.
Arriba, en peñascos como balcones, explorarás lo que te viene e trazarás antes sendas para que no te sorprendan los mundos que cambiaron en la oscuridad invernal.
Cuando descendáis de vuestros miradores, los ritmos de las aguas en estampida, las acompañareis, hasta que en un final.
Salvados, plenos de satisfacción, caigaís en un sopor, ahora de vida que palpita, de sueños que se cumplen, de barreras imposibles, que, sin embargo, caen.
El suelo se llena de vosotros, pero el aire de bocanadas para revivir y de voces para proclamar