domingo, octubre 31, 2021

Vecinos

 En el río, los vecinos son de lo más variado. En mi  bloque, todos parecemos humanos pero en el agua del Henares, la foca viajera que llegó ayer es mi vecina; se ha tumbado, entre las mismas hojas y ramas que me sirven de colchón. Nos sentamos hombro con hombro para tomar nuestro almuerzo. El tema de la comida nos separa, pero ya no me crea tensión como hace años. No quiero ser el radical que se ha convertido al veganismo. En su caso, cuando vuelva a su polo, siempre necesitará un suplemento de calorías. Cogia unos cabreos tremendos;  cuando antes había comido la carne con un ansia que sin mis entrenamientos me hubieran puesto en plan Marute.

Cuando busco como vecino a los dueños que se aprovechan de un mercado desregulado de la luz, que en su libertad privilegiada de aspirantes a futuros consejeros, siento que pese a tenerlos cercanos, me parecen que las cárcavas que nos separan son tan anchas como el salto de longitud al que no pudiste llegar y tan profundas como las heridas que nos infringen en nuestra autoestima por creerlos, incluso humanos, cuando sólo son diosecillos.

  Sentirse especiales en su competitividad es un absurdo, cuando como dueños pagaron plumas, que repiten idearios con chaquetas con bolsillos donde encuentran el alpiste, mientras transcriben el dictado. Querer decirse que son competentes cuando eliminan otras ideas entre las amenazas de notarios, parece ser que lo pueden decir desde la infamia de tener apesebrados también a políticos que dicen España, como se bajan los pantalones, por necesidad.

 A Gonzo, que me indigno con su publirreportaje de una señora de capital, sin embargo le he ofrecido de mi bocadillo. Le he mirado, con una luz autogestionada que le rodeaba, por el ahí de hoy, si. 

 No subas la rama que nos arropa hasta que el sol haya salido

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