La gente se está liberando de miedos. Los conductores de unos botellones, tienen envidia de la maleabilidad de los que se quedan en la estación, tirados, porque en la sociedad existen luchas, no siempre desequilibrados.
En los primeros, les dispersan porque entre ellos, siempre existe alguna mente alcoholizada que abre abismos en un espacio ocupado para la convivencia, que rompe las normas en las que desfilan con marcialidad
A los segundos les dejan estar en estaciones abarrotadas, porque son gente derrotadas, tras un día de trabajo y un deseo de recluirse en un espacio personal que les alejará de ser una aglomeración con capacidad para cuestionar el porque de tantas promesas incumplidas.
Existen vías para otras reuniones, a algunas asisto, a otras las silencio y aunque ayer a Mimmo, el alcalde Riace condenado por asistir a las personas migrantes que llegaban hasta sus municipios.
De una justicia se sacan razones para que esa persona sea condenada por asistir en la necesidad a quienes sólo tienen el suelo de la embarcación que les ha alejado de sus necesidades.
De nuestro silencio, ante la defensa por alguien que como The Cure en "pictures of you" encontró las esencias plasmadas en la imagen del otro, somos responsables por no despojarnos de todas nuestras parafernalias creadas y exponer excusas ahogadas en el paso del tiempo dentro de lo irrelevante.
Mimmo, Domenicano Lucano, dicen que promovió la "inmigración ilegal". Lo hizo quien repobló su zona de influencia que sufría despoblación. Quien permitió que estos tuvieran la identidad incluso de tener su propia moneda social, sin los aparatajes de esas monedas usadas, por los grandes sistemas financieros para ganar con la especulación miles de millones de euros que no son usados para quitar las pobrezas del otro, en este caso, encanallado por las hordas de los que ladran coercitivos, a su lado.
Duro escuchar estas imposibilidades de asistencia, mientras navegan a los paraisos fiscales los jokerpeople del dinero para comprar las entradas al teatro de los sueños de los depravados que sienten, siempre será por un instante, el halo de la eternidad tomada por un segundo a la existencia de la humanidad.
Mimmo, no es el mimo que se queda en una plaza, aterido por el frío de los odios alimentados por los impunes que tejieron una red en la que amenazan atrapar a quienes ponen en duda su eficacía que no el veneno que posee, alimentado hasta la viscosidad, por necesidades humanas, que, a veces, se divinizan, porque dicen tener hilo directo con un dios silente, al que ellos mismos ponen voz; otras, son gigantes al que su voluntad se esclavizan, por salvar el vértigo de la vida, a través de las dádivas recibidas; otras, se enaltecen en oro, que se han ido arrancado de cada una de las partes de los humanos que las han debido entregar para su subsistencia.
No pedir perdón, se cree con derecho a proclamarlo, quien fue desleal con un pueblo, que siendo consciente de los engaños recibidos, sigue hipnotizado, habiendo apagado parte de su dignidad intelectual, en brotes con los continúa su alimento político en una sociedad a la que ha compartibilizado, para vivir su parte de felicidad.
Siempre mirará con más desdén al empobrecido, que al encanallado que hace carrrera con su codicia y el desprecio por el apagón moral de sus súbditos
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