Si hubiera escrito a todos mis personajes, con una dedicación de premio, modelándolos con una precisión de artista de stop motion y una descripciones de cirujano de Flaubert, quizás en un momento de mi vida, creería que soy dios, y que el resultado de mis creados son la consumación de la perfección que anida en mí.
El obrero que ahora sale de su casa para remodelar una casa, encontrando los puntos débiles de ella, protegiéndolos y dándola una nueva seguridad, también se sentirá único por saber rehacer lo que alguien, en su día, concibió como lugar para la pervivencia posterior.
No sé si esos creadores, de sus imaginarios o de la palpable algun día podrían coincidir compartiendo tronos, lo que si es más fácil es que los mundos de tanta gente no está hecho desde el supremacismo de unos, menos cuando estos, su efervescencia se disiparon en vasos de agua de la transparencia
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