Yo en verano me pongo hasta arriba del Supremo, es el polo de palo de chocolate por fuera y nata por dentro.
Siempre pongo la excusa que me lo puedo tomar porque luego voy a ir al huerto o al final del día a correr. Lo de bailar ya no cuela. El twitter, como años atrás, me decía el gran Ángel, el twitter te está absorbiendo la cabeza y te dejas manipular y claro, te tumbas y vas poniendo cara de que todo está interesante, pero el caso es que no te mueves.
Poco debo trabajar en el huerto porque al final del verano, la barriga ha circuncrecido, engrosada por las grasas que dan la vuelta.
El caso es que siempre he entendido que es Supremo es porque habrán buscado una forma de ser eficaz por un lado para saciarte, por otro, para sentirte atrapado en los sabores sugerentes con el sueñas los besos de aquella relación que sólo te besó con los pastelitos que preparó por tu marcha.
Cuando empiezo a quitar el papel con el que lo cubren, ya de por si me resulta violento. Si te pones a leer con tranquilidad, está caería de boca si tuviera conciencia de lo pernicioso de algunos de los componentes.
Toda esa se diluye, en un conjunto que premia la totalidad sobre la maldad y modificación química de alguno elemento mezclado.
Hoy, esa situación me ha hecho gracias, por la semejanza de un Supremo enojado porque se ha puesto en duda la independencia de algunos de sus jueces que juraron se justos y mi Supremo al que parece que también un corporativismo entre todos sus productos, parecen esconder la parte perjudicante de algunas de las partes mezcladas para que yo sea feliz.
¡Qué decir!; pues que ahora que en Septiembre, viendo los resultados maléficos de ese maravilloso y publicitado polo Supremo, yo, me bajo del carro y hasta Mayo, ando un poco más. Por eso, por si algunos de sus miembros, o componentes, ¡vaya en que estará pensando uno!, quiere rebajar su efecto perjudicial, si por decencia, que me refiero a que metan menos química en ese Supremo.
¡Está bueno el jodío!
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