Como quarterback me río de la patada a seguir que suelen dar los del rugby europeo, no le llaman football, ya lo ves.
Allí parece como una autopista con limites, muy claros, de velocidad, aquí, un día quise hacer la gracia de atreverme. Los camiones locos, de las series americanas, me podrían dar menos miedo. Ví que venían cuatro, puedo afirmar, mastodontes a menos de 11 segundos los cien metros. Creo que habían cogido carrerrilla. Tuve una visión panorámica, por un lado, de los lugares de la avenida de aquella manada, en uno; pero por otro lado, tuve una visión anticipadade mi estado para las dos próximas semanas.
Uno de ellos, llevaba los ojos fuera de órbita, pero no de la terrestre; yo creo que era de la solar por lo incendiado que iba.
Lo había hecho otras veces en mi niñez cuando hacía teatro; me imaginaba que había topado con una gran raiz de una viña a punto de extinguirse. Caía de bruces de forma instantánea y provoca una algarabia entre el público, entre mis compañeros con los que hacía verdaderas exhibiciones de postureo en ese arte. Entre las madres cundía el pánico e incluso un médico, de entre el público, tuvo la ocurrencia de llamar al 112 mientras mandaba a su hija a que me hiciera el boca a boca. Ella, también estaba en el ajo, y aprovechamos la ocasión. Aquí no era el caso, pero la caída fue aparatosa y el choque entre ellos fue de lo más ridículo que se ha podido ver en años.
Se golpearon con violencia, aunque el mejor parado fue el incendiado; volteado por sus compañeros, emprendió una nueva circunvalación con la mala suerte de topar con mi pie. Este andaba en fase aérea de sus aspavientos que debían durar el tiempo necesario para hacer creible la acción.
Los otros tres, rieron por haber caido en mi treta; ya la habían sufrido en diferentes equipos. El cuarto elemento no acepto la humillación y pidió al árbitro que me expulsará por simulación.
Este, como los personajes de "la vida de Brian", se hallaba excojonándose de la estúpida posición final de ese digno jugador.
No lo esperaba, la verdad, no pensaba que como Pilatos, se iba a lavar las manos el referée. Debe dar mucho miedo las embestidas de semejantes mastuerzo. El caso es que aquí ando en el vestuario; cogiendo la ropa y partiendo para las islas.
Se habrá dado cuenta que ha pérdido la dignidad ese colegiado que aspirará a alguna puerta giratoria. Envidía de los vuelos extraterrenales del que se comió la bota, pero la suya de rabia
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