martes, junio 15, 2021

Vivienda, viviendo en lo público

 Señores maquinan para que las normas que no van a cumplir estén siempre volando en un limbo inconsistente mecido por los vientos que provocan los difusores de aspas de papel periódico. Conseguirán agobiar, incluso los ajenos, creerán llegado el momento de sucumbir. Bajarán los brazos cuando esas leyes estén siendo interpretadas por sus ejecutores.

  Mientras un hombre en el balcón de la casa donde vivió, ve una luz en la calle. Subido a un tobogán, en negro, no atisba a sentir el sueño de una brizna de esperanza. Como horizonte la sociedad le hemos puesto el cumplimiento de unas leyes, que asume, con fórceps las excepciones. 

   Dos calles más allá, vuelan por los aires los grilletes, dice que el corrupto, que quisieron mancillar su libertad para mofarse de una sociedad crédula. Un televisor con los cables de sus latrocinios le acerca la playa a su piscina interior cimentadas en B. 

  ¡Tantas bolas para ser manejadas por el malabaristas! Nada que temer ante el conductor que gasta dos horas de ida, con sus dos de vuelta para ir a trabajar o ante la madre que soñó que arrodillarse tantas veces, antes lo diferentes suelos darían alfombras sobre las que volar a sus hijos y descubrió que una de esos esféricos la podía devolver a la realidad con un contundente y hábil lanzamiento que entrará también en ese pequeño show

  Se caerá alguna, porque se necesite hacer una gracia, con una supuesta debilidad que haya elegido para pillarles en sus propias flaquezas a las que si que les anclarán para más humillación y eternidad. 

   Mientras se han hecho especialistas en montarse en cada una de esas bolas que con un efecto desconocido los sitúa o en islas paradisiacas donde la vida parece pararse para su disfrute, o en Spas donde se células se regeneren junto con la nieve sobre las que deslizan  sus prestaciones próximas al planeo desde un salto de trampolín que ingrávido nos hace dueños de los mundos sometidos. 

 Quitamos el foco, porque ese no es nuestro hombre. Él está en Barcelona; donde se ha luchado por dar una cierta protección al debilitado. No se ha llegado a tiempo. Su casero, era un particular. Necesitaba el piso, pero....

   ¿Por qué el derecho a la vivienda, en los mal llamados constitucionalistas no es una prioridad?

Ciudades de todo el mundo, son fuertes porque protegen al débil. Igual que un estado lo es, más fuerte, cuando consciente de todo su poderío es capaz de empatizar con el perdedor. 

   Confiar el crecer, en la construcción; dar las llaves de la enseñanza, a las doctrinas; poner las camas de los cuidados en las ruedas de los especuladores con porcentajes. 

    Romperles los cerdos, para que los ladrillos tenga el calor de los ladrillos térmicos de los cuidados.

  Decimos que no queremos ninguna muerte más de gente sin casa; queremos una sociedad que vea el dar refugio al otro, como un camino del que no se debe apartar el objetivo, incluso cuando los titiriteros de las bolas y palabras huecas traten de crear artificios que nos exploten en nuestros pasos a dar, nosotros, habremos creado

 Nuestros malabares para vivir como un derecho; equilibrista de la vida, sin atarse a cimientos de hormigón que paralicen su derecho a la felicidad

     

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