Amanecer en montañas para la cumbre del silencio de una niña que exploraba las sendas que la habían hecho innacesible. Ruge el trazo de voz de unas palabras que Guerrero desnuda para exhibir la contundencia de sus significados.
Anoche, cine de verano, otra vez, en la planta baja. El blues de Beale street. Al silencio de una niña, la opresion del pueblo nacido del desgarramiento de sus orígenes. Ahora, son los dominantes quienes les necesitan culpables de sus destrucciones. Les invitan al silencio de las cárceles. Sólo necesitan haber injertado, en la población blanca, el miedo de los que creen haber recibido la corona de ser dioses por ser la raza elegida a la que, por lógica, todo le es permitido.
Madruga la voz escondida para ser fecundada en la entrevista de Ramón Lobo y Javier del Pino. En Perú, los perdedores también son acorrlados por los dueños. Vargas Llosa, su ahora, clama por la tutela de los que autoproclaman, elegidos.
Se les hace invisible la corrupción y la perversión de esas élites hacia la naturaleza humana. Sus palabras escritas esputan a quien se han convertido.
Tish, del Castillo cubren con sus pequeños actos doloridos, pero vencedores en dignidad, los fondos de los adyectos desde donde empezamos a superar los desniveles que les habían reservardo para escalar acantilados desde donde les lanzarán piedras hirviendo en mentiras, proclamas policiales o militares corruptas, voces envenenadas por pollos de colmenas amamantados por artificios.
Necesita volver Leila a un tiempo. Necesito sus palabras de lluvia que penetra para el placer y su voz de arco tensado para atravesar las atmósferas podridas del miedo a la contundencia de lo dominante para encontrarme con quiénes nos somos, sabiendo de las marciales huestedes de los sumisos recompensados por los ahora que les encadenan.
Luz para los días que nos pueden dañar; muchos Willies se posan los altares de las ausencias de quienes se elevaron en el perfume de ser integro.
Veleta, escucha y pregunta, aquí en la llamada querida España, entre las tumbas de los asesinados de los besos robados, en madrugadas dónde el odio se había engendrado en noches eternas de mentes bañadas en negro
En Perú, percibimos la descripción desde las luchas mineras de las derrotas antes quienes destrozan los entornos que son habitaciones donde se tejen vidas. Ganaron los que ven fuera de los paisajes del oro. Este metal nunca se da por vencido y amenaza con expandir su eterno olor de putrefacción para envenenar una sociedad.
Willy Veleta busca que los blues de Beale, Grao, Lima, tengan sus los Dylan que humanicen sus existencias.
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