jueves, junio 10, 2021

Todo pobre necesita un perro. Artículo demasiadotardista, o no

 "John Adams [el segundo presidente de Estados Unidos] decía: todo el mundo necesita a alguien al que mirar por encima; hasta el pobre necesita al perro.

A la derecha, ella, de ojos caoba, cuerpo para mutuos descubrimientos. Pasa el tiempo y alguien se acerca; de forma equivocada se dirige a mí, no se ha dado cuenta que estoy en una percha, imposibilitado para darle mi atención.

 Pero pide escucha, y ante el cuadro en el que estoy absorto, soy capaz de salir para escuchar algo que parecía del más allá: las conversaciones que siempre tiene la intelectualidad para intentar comprender porque siempre pierden, cuando los hechos parecen darles la razón, nacida de su soberbía segregadora.

  Hace un tiempo les leí, orgullosos, acusadores que con los "White Trash" de Nacy Isemberg, no se puede hacer nada. Como en "Chavs" de Owen Jones, descubrimos seres humanos que se anclan en lo primario, en lo inmediato que le mantienen como vida. Si desde la izquierda se tiene miedo a tomar decisiones, a explicar los pasos dados, porque ellos no lo entenderían; de forma rápida ese espacio es tomado por la sinvergonzería de ponerles, a esos timoratos extremistas de izquierda (incluso en eso se dejan insultar por condenados judiciales) en el espejo de sus incongruencias. 

Y te lo podrán decir ellos, aunque hayan sido parte de las serviles huestes de quienes se asoman a los balcones diarios para soltar el chorro de sus micciones, que por torticeras mentes serán ensalzadas por las palabras banderas ancladas en basura; entre otras cosas, porque fueron ellos quienes concedieron a las eléctricas, incluso el poder ser controladas por un pais extranjero.

  En este recorrido demasiotardista, explorador de la incertidumbre con la que puedo pensar, clavo en la pizarra de mis posibles encuentros, las palabras de Cristina Martín Gómez, para que aquellos primeros aseveradores de la insignificancia de los postrados ante "el día a día":

  CTXT, Cristina Martín Gómez y los desnudos

 Y los que contestamos  a as preguntas que tienen dueño; sin ser nosotros exploradores de las que salen de esas habitaciones de las necesidades que olvidarían ritos, salmos, himnos con los que no tropiezan en su vida diaria, si a cambio se les diera la esperanza de ver en los ojos inmediatos que se cruzan, un atisbo de otro mundo posible, porque nos implicarán en tasar los dineros que de verdad se escapan por las negligencias de los dueños de la Comunicación.

   Entre las soluciones, necesitamos palabras como las de Rafa Mayoral, por la contundencia en calificar a quienes utilizan sus medias verdades para satanizar la subida del salario mínimo.

    Porque esas afirmaciones están cimentadas en los análisis de Nacho Álvarez que descubre a esos trileros que nos enseñan sus garbanzos, agarrados por pliegues que esconden las otras partes que darían justeza a lo expelido sin escrúpulos, sin sentido de la dignidad por aposentados para proclamar verdades eternas de velo rasgado por el cuchillo de la impudicia.

 En una reflexión de Santiago Alba Rico, este autor afirma que En Sangre sabia escribe Flannery O’Connor: “El lugar del que venís ya no está; el lugar al cual creíais que ibais no existió jamás, y el lugar donde estáis no sirve de nada, a menos que podáis alejaros de él”.  

 Triste fin, si tras el 15M de diez años después, año 2021, no se buscan los necesarios "encuentros" que todos los grupos que convergieron ese día en la Plaza Mayor de Guadalajara creyeron fundamentales para que como decía Guillermo Fesser ayer en el "Intermedio", se evite que esos partidos republicanos, populares vayan eliminando a esos seres, nunca agraciados, cada vez más estabulados en sus importencias. En Estados Unidos les pueden eliminar de los censos y clasificarles por zonas con menos repercusiones en las votaciones. Tienen miedo porque en un momento determinado se vayan a dar cuenta de sus tretas y su selectivismo.

  Nuestra tarea no son las respuestas ante los indultos, que sólo un Estado débil puede temer. ¿Es eso lo que piensan quienes ante la aplicación de la ley, sin folclorismos uniformados vieron las inmediatas consecuencias? Son las necesarias acciones a tomar contra la precarización de los seres humanos, contra su sometimiento antes las grandes corporaciones. Visualizar esas luchas, es empoderar al ciudadano. 

No es una lucha de uno, al que su no creencia cristiana, aunque se ufanen de ella, permiten masacrar con las peores armas de sus bazoficas acciones de ataque, empezando con difamaciones; es una lucha de todos, para que ante su exhibición de canibalismo, que no olvidemos es la de quienes por obtener beneficios, de forma, con pretensión inocente, se involucran en fondos de inversión que atacan la convivencia humana.  

‘Shock’ inmobiliario

Cerberus hace la vida imposible a sus inquilinos en el sur de Madrid

Los fondos oportunistas son propietarios de al menos 400.000 viviendas y préstamos hipotecarios en España. Luz y Darío sufren cada día su agresiva gestión. Lo que para unos es su vivienda, para otros es un bien de especulación

Manuel Gabarre de Sus 

Unas palabras del libro de Isernberg, ya encargado, nos pone sobre aviso de a quienes tenemos que cuidar por que estamos en el agua en el que nos miramos

   "La aristocracia del Sur acusaba al Norte de ser muy radical y temían que hubiera allí una revolución de clases porque permitían votar a los blancos pobres". Y así es como se llegó a la situación, en el Sur, en que "las élites manipularon a los pobres blancos usando el miedo al negro y el esclavo libre hasta que los pobres acabaron viéndolos como sus enemigos". Es una jugada de las élites dominantes para dinamitar la lucha de clases y convertirla en la guerra del último contra el penúltimo en un escenario además, como la guerra, en que las divisiones de clases se hacen más patentes que nunca, dice Isenberg, puesto que no todas las clases sufren igual sus consecuencias. En el campo de batalla, de nuevo, el material con que se hace la guerra es la carne de la escoria blanca."

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Siameses y mercader

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Zaida, Fernando y