Atisbo a encontrar pequeñas miserias entre las percepciones de excepcionales paisajes dramatizados por el hacedor. Percibió él, personajes sublimes que hacían todo lo necesario para que un parque fuera el más bello o un instituto el más acogedor. ¿Cómo negar una evidencia, si bajo el Sol, relucían los hechos?
Resultó raro que contrastara las seguridades con esos enemigos lejanos, o cercanos en montes próximos, a los que achacaba algunas palabrerías que no tenían, ni un buen principio, ni un honesto fin.
¿Sería el dios de estos tiempos que parecen poseer tanto partidos políticos, como directores de institutos que conocen el bien y el mal, por sus absolutos?
¿Temía que se oradaran las sólidas torres con cimientos putrefactos que eran necesarios nombrar como un exorcismo que les alejara de esas bases de bondad, entrega y magnificencia que habían sido faros para vidas en formación?
Tomando ese camino, quien necesitaba distinciones, quiso esconder las sendas de los otros, de los diferentes que incluso perdieron parte de sus emolumentos para defender que la educación pública, tiene que ser de todas y para todos. Donde los privilegios no se puedan enraizar porque no debiera haber una educación privada, selectiva y subvencionada.
Temía el oscuro mentado ser producto de su exhibida pequeñez y ser dominado por una malsana envidia que aún remarcara su no llegar; pero en mitad de la noche, le venían proyectos europeos con entregas, incluso, de autoestima. Acudían volando entre negras equivocaciones, la lucha por defender una escuela inclusiva, una educación por proyectos o incluso, un recordatorio, gritado por la exaltación de una directiva que derrama el imperativo del silencio, que a una excursión a una multinacional de la excelencia, se le tendría que poner el colofón de las explicaciones de las procedencias de tantas ropas baratas, de las que nos habíamos hecho merecedores.
Un discurso de la victoria que al buscar un perdedor al árbitro, juez le caía en su balanza de discurso dicharachero, el monóculo de su prisma. Por muchos años, si esas son sus victorias.
Por si acaso, sigo buscando crecer, algo que me pertenece. No le concedo su juicio
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