Me he acercado al árbol caido y le he dicho que no haré leña de él; se ha sentido aliviado y de alguna manera, me ha mostrado su aprecio rodando un poco más. Como le iba a decir que él que me quedará con él otros cuarenta minutos, no era por rendirle culto, sino que me ha pillado una de las orejas y no me ha sido fácil desprenderme de esa opresión.
Si tuviera que contar mis sentimientos durante ese tiempo, podría escandalizar a las mentes más pulcras. Esas que ven las televisiones convencionales con la reverencia con la que te entregas a unos libros que te dicen que son sagrados; te acomodas a esas verdades absolutas para apaciguar y acomodar tu vida.
Por suerte el tronco que me ha atrapado no era el de una higuera. En los últimos tiempos he tenido unos cuantos malos entendidos con alguna de ellas y les he hecho alguna poda que más de uno entendería que sería como un intento de arboricidio.
El caso es que como no me podía mover; ya fuera el árbol o sus habitantes han ido acudiendo, eso si, con mucha educación, a la cercanía de mi oreja. Mi conclusión es que querían ser escuchadas y como a todos nos ven siempre tan atareados, acelerados y atrapados en círculos de los que no sabemos salir.
Hala, sin ningún grito, pero con una agilidad y contorsión divertidísima ha llegado primero la ardilla. He rechazado su regalo, incluso aunque el fruto me lo hadado pelado, ni posición, dicen, que es peligrosa para poderme atragantar y claro, no iba a esperar mucha ayuda de tan mínimo animal.
El tiempo, una vez más, me quitaría la razón. Por lo pronto, me ha contado su viaje por el Alto Tajo. Me ha emocionado, no puedo negarlo, ya hace tiempo que he dejado de recorrerlo y asomarse, durante un rato al puente de Morillejo no te quita la morriña de ese "Infranqueable" que ví el año pasado.
Por allí, me dice, todo bien, en los meses de lluvia algún zumbado sigue bajando en piragua, pero en realidad me quería contar y anirmarme para univerme a su maquina que quita tanto la maleza como las ramas secas que se acumulan en el suelo y que se convierten en un peligro durante el verano; enseguida he pensado yo que sería su máxima aspiración pero claro, la sorpresa ha sido mayúscula, cuando se ha vuelto y ......; y me he dado cuenta que hacía de lobista del colectivo hormiga.
Han entrado, yo creo que mil, más o menos, y se han colocado alrededor de mi cabeza caída; del árbol pareciera que en ese momento que no quisieran saber nada.
Mira que uno está escamado por cosas raras que te van ocurriendo en la vida, pero que unas hormigas quieran algo de mí, me ha producido sorpresa, porque, por ahora, uno parece estar muy vivo, para donarle su porción de carne correspondiente. Hete aquí, que me ha pedido que les canté "Dignity" y no me he venido más abajo, porque ya era imposible.
El orden de las intervenciones de cada una de ellas, es el mismo que contemplamos cuando las vemos trabajar por los caminos por donde corremos tantos y tan diferentes seres que soñamos los horizontes para volver a entrar en nuestra sala de entrenamiento al final de nuestro diario tiempo, cada vez más medido, más sujeto. Por supuesto, les he dicho en un momento, intentando no pisarlas, tan importante trabajo considero que hacen.
Cada una, me contaba sus experiencias, en sus días de asueto, con tan diferentes seres humanos y en muchos no habían encontrado la dignidad suficiente.
La ardilla, mujer de mundo, había viajado a lo largo y ancho de tan variados árboles como tierras que notaba que se iban desertificando. En algunas de sus reuniones, junto con nuestras dos especies mencionadas se habían juntado algun jabalí, poco dado a reuniones con otras especies, pone como excusa por el gran número de su prole, cuando se acerca a mí con los colmillos. En un primer momento, me asusto.
Pero me dice que él fue quien les habló de esa canción y como definia a cada uno de los seres que se encontraba.
Mi reacción, por lo tanto, no le había sorprendido; pero la encontró un poco crispada.
Cuando saque las manos de detrás de mi cabeza, tras haber hecho un hueco de abajo arriba para librar a mi oreja; ellos iniciaron un movimiento entre huidizo, asustadizo y de temor que provoca ataque.
Las seguí poniendo arriba para indicar mi predisposición a escucharles. En la vida, he encontrado dignidades caidas, pero ellos me hablaron de otras muchas.
Cuando estás atrapado no es fácil salir y encuentras a gente que te pide música. Y entonces crees que merece la pena matices, en los campos, aunque estos se venzan en sus vestidos ante la violencia del Sol que les abrasa
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