Salen impunes quienes señalan, salen pulcros quienes no ven odio, sino autodefensa
Bestializan quienes quieren quitar el foco de su ansia de dinero, del poder que ejercen. Esas empresas que financian periodistas y periódicos que mienten, aunque en su cabecera ponga ser un medio de difusión católico.
Callan quienes alimentan a mentirosos, casi eternos, divertidos por desacomplejados o no; el foco está en los diferentes, porque esos les tenemos entre nosotros. No nos atrevemos con quienes nos reducen los recursos, quienes esconden su dinero de los pagos a una sociedad que les acoge y sustenta.
Como cuenta Scurati en M; esos seres, pagan a mercaderes políticos, mediáticos para que lancen el odio a seres que siguen, sólo palabras, símbolos, aunque quienes el dinero son ellos.
Tienen que sonreírse con saña, viendo las peleas de baja ralea de quienes odian, a unos e incluso, a los otros, a sus servidores.
Y entonces aparece Lourdes, nada milagrosa, sólo humana, la ciudad social de Barcelona, por encima de clichés; de ese Berlín, alejado del glamour de una ciudad en venta.
Lourdes aparece en el "avivir", que con sus matices, da aire a una SER en venta a algo más que el capital. Es arquitecta y luchó en 2007 contra la corrupción que empezaba a diseñar una ciudad vendida al turismo.
Nada fue fácil, enfrente tenía los grandes capitales, sus colaboradores necesarios; lo sabes y lo aceptas, más cuando en esa ciudad de grandes palpitaciones conoces a colectivos que te arropan.
Nunca esperas, que quien te tiene que apoyar se escabulla en mil y un artificio. Administración, compañeros.
Itziar González y Lourdes Conesa decidieron plantar cara a un sistema de corrupción que terminó penetrando porque sus tentáculos colonizan todo.
Decía Bobbio que en nombre de la Libertad destripan un estado con incitaciones a un hacer lo que se quiera para destruirlo.
Cuando entran a gobernar, en esa falta libertad, sólo quieren el control de las fuerzas policiales y las armadas, mientras serán los poderosos quienes ejecuten con su dinero la libertad que ven hundirse bajo sus pies, quienes fueron sus verdugos necesarios
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