Alguna hora después, algún Castelo, se hace humorista preguntando si Ione Belarra sigue estando en política.
Él, existe, está en un programa de máxima audiencia. ¿Quién no se sentiría dios?
Los medios, hoy, nos hacen poderosos y esconden nuestras miserias. A alguna comentarista, el dinero, le da amnesia y falta de pudor, pueden tapar a 7291 a los que se condenó a no recibir una atención hospitalaria adecuada u olvidando poner la desvergüenza de un Presidente, en mitad de sus cambios ¿Qué cambios? de versiones.
Ivana es empatía, es la Barcelona de pulsos humanos que está en tantos lugares desconocidos, pero unos cuantos amados y, un poquito financiados, Can Vies. La ciutat invisible, Barri de Gracia que ahora nos significará música, Sindic d'llogsters en a, Jaime.
Entre todos, los "nadie" no infiltrados, no conocidos pero si hacedores de comunidad, han conseguido que la condiciones de habitabilidad de la ciudad mejoren.
Ivana dibuja un cuadro perfecto de sus logros: una casa digna permite quererse a sus propios habitantes. Sentirse seguros para crear unos lazos más estrechos con sus amigas, compañeros de estudios y gente del barrio.
Antonio quiere ser un hombre seguro de si mismo, humorea en televisiones en las que invierten fondos que también lo hacen en armas.
En su supervivencia, prefiere la gracia contra el que cuestiona la guerra y las muertes, que parecer estúpido, como el escribano, diciendo que las Ivanas se empoderan cuando si que existe o se debe crear una guerra pero está se tiene que librar contra los gastos por armas, contra el atiborrar a medios para crear realidades paralelas.
Enfrentamientos que se les ha insuflado porque antes no se han evitado las razones de las que se han llenado los enfrentados para hacerse fuertes.
A Ione sólo la nombran para negarla en su existencia o achacarla la llegada de desgracias.
A nosotros nos nombran trolls, como si esos Antonios y tantos otros, no fueran miembros de ejércitos, sacados de los granjas de un mundo deshumanizado.
Las Ivana nacen de las incombustibles Belarra, que generan encuentros, fuera de los deslumbramientos de focos que ciegan.
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