Lo ponen en boca de George Orwell, la cuestión no era mantenerse vivos; lo importante, era ser humanos.
Seguir siendo humanos cuando descubres que la bronca que le dan al presidente de otro país, la televisan para creerte empoderado, que tú estás participando en la solución que están a un problema que se generó en alguna caverna tenebrosa y te involucraron a tí.
No te das cuenta, porque han ensalzado el egoísmo que todos tenemos dentro, pero tú eres un mero receptor. Saldrás embrutecido a la calle, porque si has estado en esa sala y al único sitio que puedes entrar, para ser tu yo musculado, es al gimnasio que te vigoriza. Has comprendido lo que se espera de tí, que seas un kamikaze de quien compartió contigo el enfado con otro, si otro, si lejano país, siempre pidiendo ayuda.
Seguro que la invitación a un programa que solucionará los problemas de tu familia también te haría sentir único. Esas son las cosas extraordinarias.
Tu día a día es diferente; cuando tienes que ir al hospital para llevar a tus hijos, has tenido la suerte que tu mujer, funcionaria, tiene el privilegio de ir a lo privado; como el médico de la Seguridad Social toma la oportunidad de llevar a su prole a la educación privada. Seguimos con el "ande yo caliente y ríase la gente" que tantas debilidades nos terminan generando; con un sistema de salud, por lógica, más precarizado y una educación, donde se crean guetos para que la clase privilegiada pueda irse excluyendo de lo cotidiano; cuando no pagándose títulos.
Cuando te amanece y tienes la perspectiva de ir un día más a un trabajo en el que el único estímulo es el estipendio que recibes para llevar una vida, más o menos desahogada, te fijas en las imágenes que te siguen poniendo en bandeja. Tú participas de ellas y por tanto crees que puedes soltar en un bar las conclusiones que han sacado por tí, quienes elaboran las noticias.
El mismo Pedro, que soporta a un Oscar Puente escocido porque Fonsi Loaiza le haya puesto ante el espejo de ser un lameculos de Florentino Pérez que le ofrece visibilidad en un palco exclusivo. Ese mismo Sánchez es al que achacas que España está vendida a los independentistas, pero no a esos independentistas de los impuestos, de los pagos justos que debieran aportar a un país que les da la oportunidad de enriquecerse. Por cierto, salud a Ferrovial que se fue a Holanda y de alguna manera nos echa de menso; es su país, del que se aprovechó en la dictadura, quien le dio el colchón para crecer y del que huyo porque creía que era él, ese Rafael del Pino el que regalaba a la sociedad sus empresas, sin seres humanos en sus cimientos.
Así que montado en el coche, estresado en un atasco te pones al verborreico Jíménez o al contemplativo Alsina y se confirma tu apriorismo, es malo, muy perverso, ese maldito Pedro Sánchez. Mintió porque dijo que no pactaría con quien no es más que representante de una Comunidad, en la que ahora, ¿no te das cuenta? ya no se plantea ni el fin de la España que no amas, odias a la otra mitad, ni el fin del mundo. Ni tienes que lanzar el horripilante "a por ellos" con el que te levantabas como si te olvidarás que has compartido cientos de cervezas con habitantes de allí, con tus mismo problemas, pero con diferentes perspectivas o sentido de pertenencia.
¡Qué más da, la enésima mentira que necesitas como vigorizante ya te la has tomado de un trago!
No te preocupa, por tu salud mental, que hayas absorbido como si te hubieras hecho adicto, la raya del malévolo hermano David, que consiguió un puesto de trabajo cuando su hermano, este tal Pedro, del que hablamos era el hombre más odiado entre los mandos felipizados de un socialismo que estaba en una uvi desahuciado. Con los ojos, ya, desorbitados para siempre necesitas tragarte que una mediadora Begoña, pueda haber conseguido privilegios por ser mujer de...; mientras delante de tus narices, no pareces percibir a las Famiglias enriquecidas por un partido no conservador, sino beodo de la leche amamantada en una dictadura.
Cuando un claxon te saca de una especie extásis post coital al que ya echabas en falta, pegas un pequeño acelerón y te fijas en la mujer que va hablando con el taxista. Es, quizás, aquella mujer de militar que te dijo que su marido estaba dispuesto a morir. Con el tiempo, no pareciera que él estuviera para dichos obituarios y menos compartir sus días con aquella fuerza vocal de la naturaleza.
En un esporádico cruce anterior recuerdas que no pareciera que aquel graduado soldadito español fuera de esos que quieren salvar España, con otro golpe. Cuando ya estás a punto de estacionar cerca de tu puesto de trabajo, te viene a la mente esos 40 u ochocientos militares españoles; ¿les consideras valientes? que celebran a quienes traicionaron la función que tenían, servir a un pueblo que había elegido no tener un rey borbón, Nieves Concostrina dixit y explica; enriquecieron a sus familias con el expolio de la riqueza de su amada España y como buenos utilizadores de un dios que les justifica, a su manera, asesinaron como si ellos se hubieran proclamado dioses en un juicio final.
Cuando por fin, te sientas en tu potro de tortura, encuentras alivió en la ensoñación que te ha provocado estar en la sala, con ese presidente faltón, no a otro presidente, sino a toda una nación. Mientras cientos de miles de millones se van a las arcas personales y eternas de mortales especuladores y tu jefe provoca otro siete en la Sanidad Pública.
Tu sueño húmedo es que exista un Arturo Ui que se salte todas las convenciones y al que hayas votado porque los Ferreras te inyectaron el odio y la ira de haber sido descubiertos como los canallas que se disfrazan de "más periodismos", pero también como esos patriotas de arriba, lo único que hacen es ser parte de un sistema controlado desde arriba.
Por eso siempre Dylan: "only a pawn in the game"
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