domingo, marzo 02, 2025

Memoria granada en letras

  Cuando crees que Pretel puede ser un buen modo de meterte en el mundo de la música en el que te exploras, la partitura te entrega las debilidades con las que la has afrontado.

    Nada nuevo que no se sepa, si unas ganas inmensas porque iluminarás un instante el oscuro y solitario agradecimiento en el que quedó aquellos pasteles teñidos de amor por Karo. Si al menos la hubiera devuelto un beso imperecedero en el que retozara nuestras imposibilidades.

   Semana para leer, medir, explorar, corregir y allí, ser confluencia para hilvanar el tejido de una bella canción con diferentes orfebres.

   Vuela, en el interior de un cabaret el diván de la desvergüenza en el que han amarrado a Celia, vocera a manolos de turno y enfangadora para la comprensión que, de todas maneras no parece ser el objetivo de muchos programas.

    Por fuera, desfallezco para encontrarla sobre una bici, su bus amarillo lo aparcó hace años. 

     En días fríos como hoy, aparece la habitación y el refugio de su corazón en el que te guardó aquel mes.

     Su compromiso era el piso donde se erigía en una mujer coraje; entonces sin niñas.

      No encontrabas doblez; si unos días de dolorosa indiferencia, menos aquel último día, por la mañana, donde se rehizo el abrazo de su trato y sin darte cuenta, en aquel entonces, te sumergiste una época en Dorit, alejándote de su alargada mano que diseña cómic donde quisieras haber sido parte de aquel desequilibrante mundo por hacer desde la exploración y la ausencia de comodidades que atrapan.

     Mañana al tocar La leyenda del Beso, soñaré que abro su habitación, cojo uno de sus pastelitos y lo comparto, como mi cuerpo que se entrega para imitar un sabor inalcanzable

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Siameses y mercader

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