Gracias, muchas gracias; pueden ir dejando los regalos a la derecha; a la izquierda encontraron a mi mujer, con su séquito; yo, me he encerrado en el bunker al que se acceder tirando de una argolla que está al llegar al fondo del pasillo. Allí mismo está Federico que tiene una empresa de pipas. De las que echan humo.
Les he pedido que me avisen si Cari no se ha ido con su primo, antes de nuestro enlace.
Ayer, abducido por uno de esos cientos de podcast que nos ponen a mano, escuché el del crimen de Níjar; empiezas queriendo escuchar a Nieves Congostrina por su claridad al contar los datos sobre de donde y como son los borbones, como actúa la derecha para satisfacer sus ansias de obtener dinero para conseguir el poder y privatizar un Estado y socializar las leches por recibir, quien no vea eso del todo claro.
Me avisaron que tanto, tanto escuchar, atonta; el caso es que hablaban de aquel suceso; de la vida que llevó una joven que huyó por una ilusión, durante sus restantes 67 años. Como el novio abandonado rehízo y llevó una buena vida.
No ha sido bueno para mí, a dos días de mi boda, en pleno inicio de año, no dejó de darles vueltas. Te imaginas a nuestro Federico de estos tiempos escribiendo sobre mi muerte porque me interpuesto entre un amor verdadero y mutuo.
¡Qué no salgo leches!,
Tu sabrás, el primo no existe, hablaban de ella como la primogénita y de tí, por tu cíclica manía de hacer el susodicho.
Entonces, no debo morir
¡lo que no debes es meterte en los chats de los tarados esos!
Cuando voy a salir; no me había acordado de apagar el programa que expone los podcast; sale otra vez esta Nieves, que describe con una brutal realidad hechos que nos han sucedido. Hoy, se ha activado el de la explosión del papa Pio XII.
Me han los sudores porque me temo que lo estén escuchando los de fuera y si, me lanzaron flores y especia cuando dije que me enterraba allí y además, cuando me asomé antes de bajar y dije me rodeo de plástico.
Llevo un rato diciendo que tiren de la argolla, pero nadie lo hace; yo creo que se han puesto a cantar la canción de Rosendo, que se han ido hacía el banquete, que Cari se les ha unido y se han olvidado de mi
¡Qué tiren de la argolla!, les canto
El marisco, chico, es un encanto
Sacadme de aquí, cabrones
¡Cómo están los gambones!
¡Bailaréis sobre mi tumba!
A ¡eso sí!, toca una rumba
La música para abrir argollas;
Ni Te escuchan, panda gilipollas
Por muertes, ni se inmutan
las bromas, les transmutan
Para mi que me caso y me convierte en un anodino semental, utilizado para un uso, y abandonado para la fiesta
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