Cuando se entra en un tubo parece que el fin estará en un lugar acordado, por lo menos, con el que terminó la hora.
Si un día, porque confías en que los bomberos de aquí, no estarán tan desprotegidos como los soberbios de el país que se quiere llamar América y el nombre más próximo apropiado sería el de Lunatirandía. Si, decíamos ese día te metes en uno que no te avisan que es el del círculo de Quintas; sólo en el último momento lo nombras y lo medio oyes. El fuego crepita, Bárbara sigue negando el saludo y Visi habla de su arrobo por Butragueño, Emilio; su sencillez, sus pasadas con Florentino o con el braguero de su pantalón de juego. Salta una viruta ardiente y la encendía los bajos de sus falda.
Llega unos 800 días sin parar de tocar y confiado se mete en el carrusel y en mitad de la quinta vuelta sale una vomitona que ni en aquellos días. Pero es que desde el empiece se intuye que aquello no va a ser fácil, te agarras y como como decía un profesor; es que no quiero que estés atento a que la de al lado te hable, la otra le estuviera mirando para ver si lo hipnotizaba y el de más allá aún se acuerda del chiste que corre por el instituto por como tuerce la cara cuando se descompone.
Si, sucede; desde el primer instante, el tirón que te ha dado el nombre ya te ha descoyuntado el codo y el hombro pugna por no salirse al amoldarse a la trayectoria, mal que bien.
Elia, desde fuera, a gritos con Pakito le confiesa su absoluta perplejidad porque ese desaprensivo se haya metido en semejante berenjenal.
Juliana avisa que la comida está hecha y que la mascletá será a las 19h10, en la explanada que ocupará a partir de mañana la fanfarria del pueblo.
Cuando el afectado, intenta recobrar la compostura y la posición, un caballito que se ha salido, le relincha en sus dañadas orejas. Ni antes, ni ahora comprende nada de lo escuchado. Lo de lo tonal, modal, bueno iba despejándose.
Las 84 variantes desde el Dórico, Jónico, Mixlodio, Eólico y otras zarandajas, como el domador decía que se podía reducir mucho pensando en Mayores o Menores, pues tan ricamente. Pero para cerrar el día vuelve a aparecer Alberto, contundente, con las ideas claras y con las palabras que le caen a un zote musical, como si fueran cuatro arreones a los camellos de Tenerife o la caquita que se escapó al amenazador "pelat" cuando pensó en todo lo que podía perder, por bocazas. Tonto, mucho; es cabezao, nunca, es negocio y los amos pagan, pero también tiran del bozal, cuando les puede afectar a su business
El caso es que en la noche entrada empiezan a llegar partituras, las de la tamborrada de San Sebastian y entonces, te quitas el pijama, te pones las hojas por montera y te vas en busca de aquella amazona, por si la guerra pudiera compartirse en lechos de flores
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