martes, enero 21, 2025

Pelota pasajera

   Me golpearon, después de ponerme en un altillo. En ese preciso instante vi el universo que no había visto cuando estaba en la hierba. Eran tres o cuatro centímetros, los ganados, pero era 

    ¡dios!

      Miré por encima a las otras pelotas que permanecían o metidas en una bolsa, arremolinadas, siendo masa, o en la hierba, abandonadas, agarradas por cualquier insignificante briznas de lo superfluo diario.

     Yo, estaba en un faro, me habían señalado para ser

    ¡única¡. 

En aquel promontorio el mundo de las hormigas se asomaba a la nimiedad, el de los saltamontes por muy osados que fueran sus vuelos, volvían otra vez al miserable suelo.

      Estaba en los altares de aquel campo. Oí plegarias y supe que se dirigían hacía mi, y me veneraban

       ¿Puede alguien permanecer inmune ante tanto halago? 

       No, ya les digo yo que no. En aquel momento era el centro del universo. Me creí Sol e irradiaba luz a los nada

        El orante se acercó hacía mí. 

         Asió un palo y me golpeó. Lo hizo con una saña que nunca había visto en los seres que estaban a mi alrededor.

         Salí volando y si hacía unas décimas de segundos me sentía el ser más puro del mundo. En ese instante todas mis imprecaciones fueron para aquel ser puto que me había impactado como si el mundo estuviera a su servicio y el dolor se hubiera universo

        Utilizó un palo para domeñarme e infligirme el mayor de los desprecios. Cuando había terminado de elaborar mi advenimiento; en aquel vuelo infernal me dio tiempo a recordar tantas cosas porque sentía la muerte, escuche como el operario habló de como las tecnologías habían atrapado a sus hijos, como les había empujado de una forma violenta a renegar del origen del padre, para ser aceptados por los nativos primitivos

        En mitad de aquella travesía por la pude abrir los ojos; veía tantas y variadas maravillas. Las contemplaba como queriéndolas, deseándolas, pero la trayectoria era irrefrenable, incluso cuando ya volvía a bajar y me acercaba a tierra, vi lo que podría haber sido una propia casa de campo para toda la vida. 

  No, toque tierra, giré, para que todos mis partes se sintieran doloridas. y paré, Yo, ahora, también rodeado de briznas de hierba y tras uno segundos, sintiendo que hormigas y saltamontes, me utilizaban para alguna de las rutinarias y banales fechorías, como decía yo cuando estaba en aquel altar.

        Dos o tres golpes más, no puedo precisar porque ahora estoy en un agujero y ahí, no soy nada. 

        Quien me elevó, sólo tenía ese objetivo, meterme en un agujero, negro, donde perdiera todo el orgullo que me hizo confiarme a él.

         Vivo oscuro, siendo nada. Clamo por la democracia pero esta, descubrí tarde, era impartida por aquel maldito palo 2


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