martes, enero 14, 2025

Medallas caídas

   Sale Diomedes habiendo escrito una nueva canción. Está buscando la música y de repente pasa delante de él, un zorro, marrón, grande, andando rápido; le ha mirado de reojo y el escritor le silba.

   Hostias, ¡zorro no te vayas!. Ha desaparecido de su cuadro de visión, pero insiste le canta

       ¿Dónde vas con tu boca ensangrentada? y tus dientes enfurecidos

     De repente, el animal ha vuelto al encuadre. Se pone sobre sus patas traseras y hace unos pasos que porque me gusta Allen Toussaint, sino no me lo hubiera podido imaginar. "Sweet touch of love" baila

      Horrorizado me acabo de fijar en su boca, no puede ser. Reconozco la cabeza de la gallina Cucurella

       No paro de cantar, a la vez que me acerco. Si pudiera quitarle a Cucurella de su boca, le podría dar un entierro que le honrara

        El zorro, desafiante, gira sobre si mismo, y cuando su boca vuelve a mostrarse, sólo puedo ver su larga lengua empujando hacía dentro y un desgarrador sonido de dientes despedazando a mi querida Cucurella. Ya no me perseguirá, mientras escondo su comida favorita, sabiendo que irá acelerando, cada vez que me hago el despistado y marcho hacía otra de sus compañeras.

        Narciso, el poderoso zorro, quiere hacerse el gracioso. Yo le canto  

        Veo a Umberto, con su escopeta que asoma por la esquina. Como siempre, me trastabillo ya sea con el saxofón, ya con las canciones. 

         Narciso sale de su ensimismamiento y huye presuroso. Puede haber sido el olor a pólvora. Puede ser que mis erres la hayan asustado.

          Umberto se revuelve

         ¡Puto músico! ¿no sabes improvisar? 


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