Desde hace tiempo en el cielo que no elegí, ha empezado a aparecer una estrella oscura. Luce todo lo demás a su alrededor y entre la T que fue y el X que dice ser, empiezan a lanzar rayos de prepotencia y mesianismo sobre sus gránulos de excrecencias, manipulaciones, con gotas venenosas de mesianismo.
El cielo te mira y te recuerda en vozarrón: ¡¡si, tú lo elegiste capullo!! en medio de lo que quieres ver, estaba envuelto los nuevos dioses y sus bajadas de sus propios Sinai privatizados
Te quedas mirando una lechuga, unas judías verdes y tal vez, tu indistinguible coliflor; has intentado evadir la patente que un estado vende a los fondos de inversión para que les dejen tranquilos y ¡oh promesa! de algún lugar paradisíaco con cremas frotadas en lascivia.
Sucedió y les quemaron como a modernas brujas. Piras catódicas financiadas por mil millonarios. ¿Puede una sociedad admitir que estos seres, con su mercenarios sigan enriqueciéndose, mientras trabajadores caminan alimentando sus propias aquelarres?
En un Insignia, desposeído de ella, cada uno de los dos interlocutores intentan rebatir el fin de la esperanza. Uno le recuerda el altar en el que arden, como en una eternidad de 24 tvs, todas las torpezas propias, reapropiados por mor de los sicarios mediáticos y las culpas excrementadas de togados sin dios, ni ley.
El otro interlocutor, de hábitos silentes, escuchantes, enfrente siente que tiene a un amigo, no un primo, no una imagen a la que venerar; suelta un chorro de palabras en las que apenas puede contener todo las reflexiones acerca del control que ejercen esos milmillonarios ¿por qué? y sus mutantes ejecutantes.
Claro, le reconoce al primero, todas las excusas: separaciones traumáticas; no traidoras, le recuerda, el otro. Las incoherencias que no ven en nadie, más que en ellos, ¡ay! ministra exasperada: vergüenza te debiera dar, nombrar Galapagar; bueno, primero hay que tenerla.
En otro torrente, tiene miedo de convertirse, en quedar como Torrente mayúsculo vuelva a soltar, con datos, de quienes andan detrás, primero de las traiciones, pero ¡qué leches!, no es tiempo de defenderse, existen mentes para abrir las nuevas expectativas, están las Laura Arroyo, Irene Zugaste, Manu Levin, Inna Afinogenova que van dando forma honesta de ver el mundo y la exponen llena de argumentos para que no nos termine exterminar los cielos en Croma de los mil millonarios que se resquebrajan entre sus codicias y el funambulismo mental de gente trabajadora que justifican su sumisión a mandatarios abyectos, correa de transmisión de esas fábricas, que mientras mandan anuncios de blanquismo supremacista que intentan colar como ideal, incluso en las escuelas, ¡ojala en las publicas siempre haya un tocapelotas! que le recuerde al ponente: ¡pero eso que pone!, eso es puro nazismo. Eso sucede, entre la mixtura de procedencias y vidas de sus trabajadoras, que se ve anegada de carencias; dependencias para la supervivencia y bañada en los lodos de acudir para que no te sacuda la falta de recursos.
Su querido amigo, le mira entre obnubilado porque parece medio alocado, fuera de la realidad que el vive. Le recuerda si iban a tener 72 diputadas, y se quedaron en 20 por algo sería
Mil millonarios, vuestras ganadoras apuestas, con cartas marcadas y ruletas engrasadas por vuestros croupier, no sirve para la vida. Esa que decís favorecer mientras vuestros pobres golpean a sus niños exhaustos para que les entreguen el coltán y otras materias que os son necesarias para vuestra deslumbrante soberbia de mierda, bañada en lujo y platino.
Mequetrefes de mil píxeles tenéis la capacidad de agotar la mente de esa persona, abrumada por el dolor, la incomprensión, con vuestros chalaneos impúdicos. Ella se refugia en los juegos con los que desconectar.
Ángel hace tiempo que ha tomado su propio coche y ha dejado a Mefisto hablando sólo, su coche es un desierto y allí, bajando por las escarpadas carreteras, para en un pequeño hueco y observa unas preciosas tierras, labradas entre sudor y ahora demasiada agua y como para maldecir aquel espacio rodeado de pequeñas colinas un Vallés escupe sectarismo, mentiras envueltas en sermones y glamour plateado en dobleces ante quien le paga.
¿En qué día mil millones de denarios tomados del trabajador y la comunidad, a la que llaman amada patria, se convirtió en la fusta con la someter una sociedad?
Del Insignia sale un ser, pensando si tantas excusas, son la mesa en la que exponer su propio trabajo y esperar a sobrevivir sin ruido.
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