martes, octubre 08, 2024

Retirada

 Hemos hecho coincidir nuestra retirada, él y yo. Del primero se dirán muchas y elevadas cosas, de mí, que que majete, poco más y además comprimido en una pildora, pero bueno ahí se acaban nuestras diferencias.

   Cuando contemplamos los amaneceres, el sol se nos muestra radiante, bello y por aquel valle que desagua en el mar transcurre un rayo, para dar unas cuantas proteínas a alguna trucha y tal vez, a algún salmón, que ¡ufff! empieza su remontada. Andrés empezó la remontada aquellos días en los que por Valladolid, parecía que el mundo acabaría. Aquí, Juangol la empezó por aquellas deficiencias que le eran señaladas y que con sus pasos las iba enterrando. 

   ¡Qué importa el grado de dinero que nos diferencia! Los dos hemos llegado a pequeñas metas, porque la vida continúa, ya lo decía Kavafis y lo reinterpretaba Serrat con una belleza inusitada: no temas que cuando consigas tu Itaca, está sea más pequeña de lo que esperabas. El camino recorrido te habrá enseñado y te habrá dado sabiduría para andar nuevas sendas.

   Vale de acuerdo, yo para la sociedad soy invisible, pero cuando la habitación se queda en silencio, si logró apagar alguno de los malditos artilugios electrónicos en los que yo, he caído; y en la de él, se apagan las voces de las vidas que ha engendrado, existen pensamientos que tratan de envolvernos con lazos con los que arrojarnos a pozos. 

    Dicen que es el sentido de la culpa del cristianismo. De aparecer siempre como culpables y por tanto merecedores de la tutela de algún ser superior, revestidos de bondad y susceptibles de la concesión de su perdón.

    Con el tiempo, hemos, mejor escribo por mí, hemos comprendido parte de ese mecanismo. Encerrarte en la habitación de la que ellos tienen la llave, es lo que peor puedes hacer. En el caso de aquel podría ser esa prensa que necesita carnaza; aberrantes seres mueven bolígrafos o teclas para comerciar con el dolor y las inseguridades que nos surgen. 

  Darles carnaza a seres que no distinguen a quien le está protegiendo, es subirte a  un cable para atravesar el desfiladeros de todo lo que pudo ser de otra manera, pero sucedió y esperar que los posibles psicópatas no les de por utilizar el alicate. 

  Seguimos jugando, dimos patadas a esas cadenas y entendimos que nunca quisimos nada que dañara a las personas con las que nos cruzáramos.

   En el momento de la retirada. Lo hicimos, amamos nuestro trabajos, convivimos y aprendimos de las personas con las que nos cruzamos.

   

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