martes, octubre 15, 2024

El lucho dor

   Varios chotos corretean por el campo; van y vuelven, saltan y giran, cabecean y patean. Es tanto su frenesí que pudiera ser la hora de recreo con algunos de los que han permanecido engrilletados a la mesa donde no se le permite más que escribir, como si eso fuera algo que ejercite sus músculos, ávidos de acción. 

   Existen seres que corretean por los campos, saltan dentro de todos los charcos y capotean a los mal intencionados y les encienden hasta que estos pierden sus papeles y rodeados de sus sabidurías, la espumean sobre las cortes en los que dicen ser "jamón en rama". Estos no nos merecen la pena

   A Luis Enrique se le ama, desde siempre. Como madridista, porque lo éramos y luchaba por encima de esos mismos sabios que hace 30 años, ya expelían odio; criticaban la mediocridad de este aquel, la misma que llevaban exhibiendo en sus treinta años de periodismo. Luego en Barcelona, porque con su honestidad y su brega contribuyendo a grandes logros en su equipo. 

   Más tarde, se le quiso por triatleta, maratoniano. 

    Se le admiró aún más cuando como entrenador les trató como lo que eran; estos, porque cambian de chaqueta, porque nunca se juegan nada, sólo esperaron a que el ciclo le pusiera en el disparadero y ahí, salieron en tromba, vengativos como los fanáticos de sus certezas cambiantes.

    Detrás de él, siempre ha habido un trabajador nato, buscando la excelencia y coronado por una humanidad que deja a los ventajistas como lo que son. 

     Igual que Luis en su tesón ve a su niña que le empuja a hacerlo mejor; otros vemos a nuestro amigo, al que no tenemos, para disfrutarle, sufrirle, aguantarle, reírnos con él, admirarle pero si nos acompaña para recordar todo lo vivido con él y, por celebrarle, nos impulsa en los momentos de debilidad.

      Lucho, gracias por tantas gotas esencia de humanidad.


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