domingo, octubre 06, 2024

Una charca para un lenguaje

 Tengo pies grandes y zapatos de payaso, inconmensurables. Cuando me quiero dormir, me los pongo y me quedo mirando el río, hasta que llega ella, entonces balbuceo algunas palabras de despedida y me subo a un árbol, ahora ya sin zapatos. Desde mi puesto de vigía contemplo como la luna dibuja sobre las aguas. Plateados diseños, donde a veces sueño ser uno más de esa corriente.

  No muy lejos, un oso se ha quedado en medio de un río salvaje, sin nombre, y pega zarpazos a diestro y siniestro y vaya que si pilla salmones. Algunos se preguntan de donde ha venido la hostia. A otros no les da ni tiempo a pensar de donde y como le ha podido pasar a él. En esos momentos sin preguntas, la boca tiene la respuesta al hambre. Exquisito, piensa el oso, sabedor que es un manjar que no podrá obtener durante mucho más tiempo. Esta época de fertilidad se acaba y luego los días se convierten en una sucesión de cotidianidades que amenazan con congelar las ilusiones.

   Un hombre vuelve a clase, ahora su aprendizaje será largo; es un privilegiado, recibirá las enseñanzas en particular. Él quiere, supone un sacrificio, pero menos que una exploración.

   Descubre que existen unas bases que quería obviar para quien tiene que ayudar a realizar viajes desde edades que a él se la dieron el manantial de las experiencias. 

   Escucha con arrobo que los aprendizajes se tienen que hacer despacio; comprendiendo a donde quiere llegar y ¡ojo! leyendo miles de pentagramas.

   Lo hizo con el inglés, aquellos viajes en tren con libros escritos en ese maldito estimulante idioma del que fue desentrañando mensajes, trazando líneas sobre los mapas mentales que extendía en la pantalla del velo de sus ojos, que ahora no tapaba lo real sino mostraban vivencias bien fuera en las calles de Dickens o en los personajes de Auster.

   Llegó al summun del surrealismo cuando por las playas cercanas a Dublin, andaba aquel invierno, con el Ulyses, comprado en Sweny, donde recorría los granos de las arenas a la vez que las letras del libro, no teniendo noción en ninguno de los casos, de las esencias que impregnaban aquellos lugares recorridos.

   Creyó que la superficialidad le golpearía, but now she discovered herself writing in english. try to avoid big mistakes because this language wasn't live in the acts.

   Ahora, looks like crazy, they need to read notes of a staff. 

   Se daba cuenta que su vida estaba llena de embarcarse en nuevas naves de lenguaje. 

   Amaba, pero se daba cuenta, iba evitando, poco a poco, toda las contras, piedras, rebujos, caídas que le habían introducido en la belleza interna que complementaba las orillas, con sus árboles y si, sus crueles y carceleras cercas de propietarios que sueñan poseer las aguas y las tierras como si no se hubieran dado cuenta que a su materialista vida, siempre les esperaba una catarata que le lanza a un vacío que no se vuelve a rellenar.

  En los últimos tiempos le había llegado un profeta que pareció decirle lo mismo; no, no sueñes en los cielos, los pasos que tenías que dar en tierra. Le ancló y le enseñó como podía llegar a la interpretación cogiendo sencillos mensajes. Entonces sucedía el milagro, todos se integraban y todo el mundo participaba en una boda o en lugar con bestias que interactuaban entre ellos.

   Ahora era seguir las rutas infinitas de los pentagramas que le ofrecen ilusiones inabarcables.

   La clave era embarcarse en una charca, que en alguna tormenta le llevara a un Tajuña y de allí a un Tajo, para atravesar horizontes. 

    La charca, la charca. Vívela

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