Pasó todo un mandato para la esperanza y se perdió un primer gran partido. Se nos escapa todo lo que puede haber detrás para que un gobierno como el de AMLO tenga que permanecer inerte ante el crimen de los 43 de Ayotzinapa.
Tienen que estar tan contaminados los cimientos de una sociedad que verla caer por aplicar el producto necesario para que esa carcoma desaparezca, da miedo por si el producto también mata la estructura de convivencia en la que vivimos.
No fue durante este gobierno; miles de personas que se sienten afectadas por aquel crimen no han perdido la ocasión de pedir explicaciones; lo hacen por aquellos, por ellas, por la construcción de un país que no debe erigirse sobre la podredumbre. Difícil cambiar años de poderes mimetizados ahora como democracia, antes como oligarquías y gobernadores puestos por madres patrias de bandas de reyes definidos con acierto, por Nieves Congostrina como corruptos.
Queda la esperanza de las acciones que pueda hacer Claudia. La ley para cambiar el sistema de elección de ministros y jueces es tan audaz como necesaria para que estos últimos no se sientan impunes ante la toma de la balanza para llenarse sus bolsillos de todo el dinero y prebendas que caigan en ellas.
El deseo de limpiar de podredumbre un país, puede ser tan utópico como el limpiar este ordenador de quien intenta amaestrar a quien esto escribe, porque recibe ordenes, aunque estas sean corruptas y quien se lo ordenó pueda aspirar a tener su cuota de poder o de diocesillo y quien lo ejecuta mi famoso "pawn in their game"
Hace muchos años, en un comedor de universidad; la de Alcalá, dilo hombre, dilo, se junta una pareja de padres que han venido desde Méjico, para ellos formarse y su hija e hijo tengan otra visión de una nación, que se dice más avanzada, sin, la maldita corrupción. Jeje, eso no es lo que dirá un fiscal que si, también pasa aqui, con gobiernos de una banda criminal.
Esperan con una educación infinita a alguien que se ha encerrado en un periódico; este hombre parece leer con un fanatismo propio de las religiones que se dicen más peligrosas. No levanta la cabeza del muro al que parece golpear para encontrar la verdad. Cientos de letras le dan la oportunidad de ponerse él mismo las cadenas. Pasan minutos, la vergüenza le hace llegar a medias horas e incluso 60 minutos. Tiempo suficiente para haber percibido a aquel padre y madre y su necesidad de compartir un tiempo con el profesor de su hijo e hija.
El maestro se va minimizando en aquel instante y lo que parece un hecho anecdótico es una falla de la que se acordará para toda su vida.
Perdió la oportunidad de viajar hasta el Méjico vivo que no era sólo las barbaridades que se recibían en forma de corrupción y feminicidios. Fue hace más de 22 años y aquella pareja fue exquisita en su respeto por el tiempo libre de alguien empequeñecido.
Se resignaron ante la visión de alguien que se ató a una verdad a la que luego rechazó hasta el punto de hacerse un ateo militante de aquel periódico al que entregó su, también, parcialidad.
Se marcharon en silencio, una inmensa educación que azota, aún hoy, aquella minimización estúpida en la que el maestro auto encarcelado destruyó los puentes de conexión que luego con escaso éxito encontró en aquellas plazas de encuentros, siempre efímeros, ante el peso de las certezas punitivas.
Su limitación fue preludio y consecuencia de una forma de ser, como ha aceptado con los años.
Hoy cuando derrama tinta, quizás constreñida sobre la pantalla, quiere atravesar limitaciones y acudir a aquellas plazas y a aquellas montañas, golpeadas de una belleza exuberante y testigo de una crueldad sin limites sobre compañeros que se preparaban para compartir mundos con los que serían su alumnado tiempo después.
Puede que todo sea una ilusión; pasó aquella limitación, no puede refugiarse en el posible perdón de aquellos que fueron testigo de su limitación, pero viaja hasta aquella carretera, aquel momento, ese instante en el que ejecutores de órdenes para el oprobio, aprietan el gatillo para exterminar vidas, y arrancar esperanzas de una regeneración. Ocurrió en Ayotzinapa, sobre 43 estudiantes de Magisterio.
Ya, ahora, sacado de la lona por el tiempo, no demos la oportunidad a encerrarse sobre aquella cárcel de letras de las que no recuerda ni una razón para hacerse aquel harakiri; silente ante un encuentro que hubiera sido crecimiento
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