martes, octubre 22, 2024

Mesiallas

     Una niña acude al reportero. Desde hace bastante metros este ha visto primero un pequeño bulto, al acercarse una niña despeinada y con una mochila en la espalda; le ha recordado a su hija. Cuando ha llegado a su vera la niña, apenas iba vestida, su sucia cara reflejaba un cansancio infinito y lo que creía era su morral, ha resultado ser un niño, aún más pequeño que ella, de seis o siete años, al que llevaba a su espalda y que herido, buscaba que alguien atendiera a su hermano.

     Hace la fotografía, a la vez que saca el móvil para uno de sus contactos. Se da cuenta que la crueldad todavía puede ser más infinita y saca la batería al móvil y con un pañuelo hace varios movimientos, muy enérgicos y exactos.

     Tiene un trozo de pan, quien hirió al pequeño, lo dejó; ella le cuenta que sabe que fue aposta; a esa edad y en ese sitio ha vistió desgarrones de músculos, roturas de brazos y quebrantamientos psíquicos por igual.

      Era una chica, aquella militar; se mostró tan inflexible como dañada, como si en el último momento encontrará en su recuerdo, la sonrisa que le produjo aquel payaso, que andaba por donde ella aprendía.

      La han llenado la cabeza de trampas que preparan sus enemigos que la odian; de la crueldad con la actúan cuando las ven solas. Cuentan historias horribles que no son propias del mundo tan cuadriculado y perfecto en el que viven  que estos les quieren quitar.

      Se entrega a quien le ha contado todas esas grandes certezas. 

      Cuando dejó aquel trozo de pan, miró a los ojos de aquella niña, era un espejo de ella, hacía 20 años, cuando se preparaba para ir al colegio y llenaba la cartera de algunos libros y de su cinta de pelo que deshilachado porta ahora la niña a la que ha golpeado con la culata para que se lleve lo antes posible a aquel niño, que balbucea mama y aspira trozos de vida, por si tuviera algun resquicio para entrar.

      A varios cientos de metros, el reportero observó aquel conato de diálogo; pudo ponerle voz a las dos interlocutores. Ya se ha encontrado a alguna mujer soldado que le ha contado su infierno en la victoria.





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