Es duro que sólo un 15 por ciento de los que escuchan carnecruda. es, contribuya a sostener este podcast que de lunes a jueves, contribuye a desentrañar muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor. Si todos fueran estudiantes universitarios que valoran la información que reciben se podría comprender está baja participación en el sostenimiento de un canal que aporta claridad a lo que nos rodea.
No es el caso y eso de alguna manera duele. Oímos todos los días telepresentadores y radiovoceros que son soportados por grandes empresas de distribución e incluso por gobiernos, que seleccionan a estos que contribuyen a edulcorar una realidad, que no existe. Javier Gállego, Violeta y todo el equipo hace una inmensa labor desde el compromiso periodístico que no hacen esos mercenarios. Nos teatralizaba ayer Manuel Levin, en LaBase, el contraste de un equipo de investigación pagado por sus anunciantes donde el "malo" era quien robaba, casi siempre para subsistir, en una gran superficie. A continuación, Manu cambiaba el foco y mostraba a esas grandes empresas, con unos márgenes comerciales, ya altos, que han perdido la vergüenza a la hora de incrementarlos de forma impune. Sin ningun control, porque hablan de un libre mercado, que siempre es la libertad de los privilegiados, pero no de los que están abajo de su cadena, los productores que les deben vender sus productos a precios irrisorios. Insistía Levin en poner un símil como esos grandes reporteros de control de los pobres, pero ahora desentrañaba los márgenes comerciales que tenían esos nuevos dueños de la sociedad, blanqueados en sus programas subvencionados.
No leer sus prospectos es hacer lo que lleva haciendo desde hace tiempo Pablo Iglesias, Sara, Manul,Inna y todas las que les dan soporte, por eso son tan odiados, aún siendo un "puto" podcast. Han cambiado el foco de lo que se hace y han abierto las puertas a lo que se puede hacer, sin el control de esos grandes medios.
Les duelen, y le criminalizan pero sólo nos muestran, como Javier, otros mundos, que no tienen que ser los que se han instalado en las televisiones, como esas cavernas de Platón, que no admiten otra realidad.
Hagamos posible, los imposibles. Esos mercados de cooperativa, cercanos a las cuales, pudiera estar el Rincón Lento. Hagamos fuertes para que podamos comprar dando valor al productor y no a las ganancias, descomunales y fuera de toda ética; no por la manida y prostituida Libertad de los poderosos, sino porque nos salgamos de sus discursos. Venenosos y de sumisión para nosotros los que de verdad les generamos sus ganancias.
Programas como los de carnecruda y LaBase serían de protección a la salud mental y física de las personas, pero la política, con sus palmeros mediáticos, ha conseguido que trabajadores confíen en quien les marca sus líneas de vida en las palmas de mano, que sudan cuando les ofrecen mensajes tan primarios como aceptados por una resignación enfermiza
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