Lo iba a encontrar en algún lugar del universo. El abrigo tenía que estar más allí, que aquí, pero en algún lugar, seguro. Cuando salía del circo y la actuación me había generado alguna duda; quienes me habían visto, me felicitaban, había sido excelsa, decían, sentía un calor que me quemaba, como el de Sevilla, aquel Febrero, en el que no pude correr la maratón. Entonces me desprendi de él y salió "en volandas", durante la comida. Allí no hacía falta, pero aquí, a la vuelta era principio de Febrero. Nada de chulería
No siempre existen esos espacios-abrigo en el que te puedes proteger de tantos vientos huracanados provocados por las aspas de los molinos alimentados por publicidades compradas. Existen y a falta de creatividad, bueno es refugiarte en Nieves Congostrina y su programa de ayer sobre los desastres que se produjeron durante el franquismo, que por un lado, por supuesto, fueron silenciados, en la medida de lo posible y por otro lado, sirvió para que las indemnizaciones sirvieran para alimentar a los fieles y despreciar a los demás; que vieron como los servidores de una justicia divina, la aplicaban barriobajera aunque clasista, que no es una contradicción.
También se necesita el aire de un análisis quirúrgico de una realidad. Hubo una época, cuando iba a la tienda de Olga y a Mercadona que me encontré en una situación en la que esta última había dejado de tener un producto y me vi perdido; no encontraba otra solución, no tenía en cuenta a alguno de los otros supermercados que había. Luego una vez, contemplé el azoramiento de algun encargado porque me dio por ir a comprar con una sudadera que les recordaba alguna acción en Andalucía. Cuando Salvados puso el espejo, no lo haría ahora, sobre algunas de las debilidades de su funcionamiento; un desencanto se fue agrandando. Ya, existen incursiones esporádicas pero no ciegas para proveernos. El Rincón Lento cubre mucha parte y otra serie de opciones se van abriendo camino, pero con gran dificultad y con muchas debilidades que saben manejar muy bien estos grandes conglomerados. Prometen grandes ganancias a agricultores, pero, poco a poco han empezado a quitarse las banderas que se ponen entre ellos por delante de sus ojos, y donde quien se ciega es quien se echa en manos de quienes tienen la posición de poder. Nada de glamour, nada de cultura del esfuerzo. Mucho de control de las bajas, de quienes las dan y de las acciones sindicales de sus trabajadores.
Igual que ayer descubríamos que la globalización era un señuelo de los poderosos para ganar ellos y crear un falso relato. Hoy vemos que la meritocracia de los ricos, es la de sus ancestros y el control del crecimiento de quienes les generan riquza
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