El día que el Open Arms no tenga que salir a navegar con la finalidad que tiene en esta época, será cuando nadie tenga que salir de su tierra para poder sobrevivir y hagan travesías finales, en barcos que no tienen las condiciones necesarias para andar, después de todas sus miserias, por encima de las aguas.
Los negros, del libro “el hombre que se enamoró de la luna” Tom Spanbauer, que van a Excellent para hacer una actuación salen pitando después de una noche de ensueño, porque saben que la realidad del siglo XX y un siglo después, las de ahora, no daban cabida a esa posibilidad. Demasiado egoísmo de quienes tienen las armas y de los que recibimos los beneficios de aquellos sacrificados.
Un familiar y yo visitamos el Open Arms I este pasado Enero, nos lo mostraron tripulantes y voluntarios que están como el barco, atracados en uno de los muelles del puerto de Barcelona; el barco, porque así se le llaman cuando están en la orilla y todas las personas voluntarias porque en su deseo de ayudar a las personas migrantes, tienen su tiempo robado para las tareas que muchos sueñan hacer, salvar a quienes están en situaciones angustiosas en el medio de un mar insaciable, como diría Javier Gállego.
Le impresionaba a mi prima todo aquello. Ella tiene 85 años; hace muchos años, más de 50 años, tuvo que salir de un pueblo de la Castilla profunda. En aquellos tiempos la globalización no se había instaurado con todas sus trampas. Entonces el capital, tenía sus tierras prometidas en las dos grandes ciudades, Madrid y Barcelona, sus desiertos y mares eran la precariedad y sus transportes trenes y autobuses que te metían en travesías interminables. En la primera, empezó y en la segunda, ancló e hizo su vida. Allí amó, se ejercitó y fue una ciudadana más, luchadora en medio de olas que se comen a los seres humanos.
Si aquello era su cielo, como para un Tom Joab, y su familia, lo era Californía. Para el personaje de de “Las uvas de la ira” de John Steinbeck, en busca de su Itaca, fue el camino el que le fue enseñando la miserias de sus iguales, al servicio de quienes les pagaban para que impusieran un orden que era del que se servían para tener esclavizados a los trabajadores. Para ella, para Luisa fue tener que aceptar trabajar 18 horas, de estar al servicio de una familia. Era lo que había en aquella tierra prometida. Se adaptó, sobrevivió y sigue peleando, porque la meritocracia de quienes salen de abajo, es crear espacios de felicidad, sin la ayuda del capital.
El estado español no permite salir al Open Arms, después de ocho meses, no dan un permiso necesario para poder estar en Alta Mar. Estados que no quieren problemas con los otros países; que no quieren dentro de sus dominios, porque existen esos seres del libro de Spanbauer, que se dicen poseedores de grandes valores éticos, de preocupaciones por la vida, pero no de la del diferente. Esos seres que con sus manos no asesinan, pero con sus palabras ponen la diana, porque siempre habrá quien dispares, porque sólo tenga en la vida himno, bandera pero no un reconocimiento en quien está al lado, que nunca será quienes les dejé de pagar menos, ni les quite una sanidad, ni la vivienda, ni quien evite estar contigo en el mismo aula donde aprender a ser humano.
Leyendo el Combo Blanco de Carlos Bardem, entiendes toda la riqueza de personas que se le quitó a aquel continente.
No, en esta sociedad europea, piadosa y de grandes mensajes, entonces, no pudo ser que se les llevará las maquinarias y todos los avances de la sociedad europea a aquellos lugares para que sus ciudadanos se empoderaran. A cambio, se les robó su mayor valor: mujeres y hombres. Luego, insaciables como adictos a ser dioses, se les robó sus riquezas materiales y ahora, como aquellos que matan a los hermanos Wisdom, apostamos francotiradores, para gastar pocas balas e impedirles salir de una pobreza de la que no somos ajenos.
Les elegimos, para robarles los más sanos y escogimos sus gobiernos para que encadenaran a sus ciudadanos.
Ese permiso necesario para navegar es un papel que no tenemos derecho a retener
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