No sé si por el océano vagan, mustias, las flores que no la compré.
El Atlántico llevaba dos semanas abriendo su boca con un hambre enloquecido. Tragaba tierras y exhaustos animales que habían salido a aspirar un cielo.
Aquel manojo, podría estar pugnando por no hundirse pese a todos los embates de tantas fuerzas que las odiaban y pisaban, cuando las tenían en mitad de sus pasos y sin embargo las ponían en sus blasones.
Lamenté sobremanera, mi poca atención a los detalles y las semanas sin el olor tan intenso de las charlas que nos dedicábamos desde hacia años.
Alrededor existía la asfixia de una demencia del empecinamiento.
Un masa de espumarajos venía erguida, exuberante hablaba para la historia desde su atrio de corrupción que le servía de modelo. Historia de un hombre que había traicionado su cometido en un apartado en el que él sólo era eso, uno más, parte de una sociedad.
A cambio sirvió a comerciantes; él cobró en deshonestidad y en millones que aún hoy seguimos pagando, en perdidas.
Tras meses vencido y viendo imposible volver a la lectura, nunca fácil, como tampoco lo es el libro de Cristina Morales, aunque ahora su puesta en una serie lo haya edulcorado, pero no lo convierte en sencillo, sino en algo sin identidad.
Textos de laMarea sobre la sociedad zombi y "un verdor terrible", para recorrer realidades: por un lado la honestidad de Alexander Grothendieck, genio matemático, consciente del poder de destrucción de sus ideas, aplicadas a lo bélico, que busco esconderse del mundo al que sentía que podía dañar.
Por otro lado, leer y escuchar la desvergüenza de políticos por la pérdida de su dignidad, en manos de los empresarios que les subvencionan, porque estos luego robaran al país, como lo hicieron en su apoyo al dictador. Se permiten hablar destruyendo el voto de cada una de las personas que han confiado en su opción dentro de una democracia. Traidores mercenarios, caras maquilladas de rímeles con banderas y pendientes como sonajeros de himnos, que permiten que bajo pomposos nombres, como hicieron bancos, uno alemán y otro holandés, en su apariencia encorbata de laboriosidad y eficacia, escondían que eran unos ladrones, sin interés en las personas, a no ser que sean sus servidores.
¡Cuánto canalla, trucando los datos!
Enfrente, pidiendo, siempre pidiendo
porque van de frente,
porque la asfixia, es para quienes desnudan a los que poseen y utiliza trajes cuevas
¡Cuánto periodismo maravilloso!
Y si esto no es poesía, como dice Ignatius Farray, volver 300 años a Garcilaso
Encontrarse con la entrevista de Javier Gállego a Chuck Palahniuk para ayudarte a buscar aquel libro que compraste en Barcelona y se dejó la lectura porque el viaje que te ofrecía no contenía pasteles ni otros productos adulterados.
Retomarla para que las flores, se quiten la sal y florezcan las sonrisas.
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