Podria estar en Lima, sucederían sus formas en Sao Paulo, pero nosotros le tenemos aquí.
No podemos decir que es una suerte; de una desgracia, si, estamos más cerca. Achacarlo a otros, no es bueno; les hemos aceptado como mal menor durante años. Un amigo, duro él, consecuente, también, que no lo había hecho nunca y no lo haría ahora.
La sociedad debe comprender y si no aceptar sus consecuencias, por muy felices y borregos calientes se crean, que sus votos a las correas de los poderes que dominan el mundo tienen consecuencias.
Cuando para comentar el último libro de Piketti se cuestiona que las desigualdades, su aumento, es productora de violencia en la sociedad y quién lo duda es gente trabajadora, algunos metidos a especuladores, con necesidad de una sociedad estable, parece poco importarles como conseguirlo, entonces estos melones, abiertos, no por su cabeza, por mucha aproximación que parezca haber, van siendo comidos en los banquetes festivos.
Ese alimento es algo no natural en nuestro invierno, aunque produzca placer y la belleza sobrevuele una biblioteca.
Surge la pregunta de si puede aspirar un gran rico, servido por sus cantores, por sus impostores políticos, tener mayor gloria que alguien no comprenda para que sirve un reparto más equitativo de esas grandes fortunas. Como si la corrupción la dieran por admitida.
Sublime es el panegírico, como avance que se le concede al sentido de la propiedad, que muchos tenemos impregnados en nuestro día a día, darles un valor absoluto cuando la creación de no dependencias a bancos, sociedades inversoras, con tintes de especuladores, sería un logro por una libertad de movimientos y del tiempo dedicado para los excesos en las ganancias de los pocos.
Sería la libertad, tan prostituida en sus nombramientos, tan ajena a quien maneja el poder.
Un señor en una región, logrando sustentarse con seres que se dicen hidalgos cuando son mercaderes con productos expuestos según temporada. Igual que en una comunidad de vecinos aparece el caos, cuando es la desinformación y el sablazo lo que se ha instaurado, y se viene el cambio; lo mismo le pasa a una autónoma, con inercias y con vistas a la clase de enfrente que es un sindios, pero que destrozar su estado sería una condición necesaria para regenerarse.
Mientras a esa boca la pondrán en una cara, tras haberle dado cuerda y para destruir un día a un maestro, otro a quienes forman una mayoria.
Erase una vez las inercias, creadas durante años, que sacaban labios para chupar y decir
Mientras Thomas Piketti, llamaba, pero había tantas universidades, algunas con análisis como de un tal Jesús, pero eliminando a la ciudadanía a la que una vez dijeron que había defendido
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