Eh, ¡Qué estás ahí José Antonio! Como tantos otros.
Si tu ¡Labordeta!, ahí andas, en las entrañas de mi juventud con el cassette de tus canciones sonando en las neuronas de mi corazón.
Yo era más de rosa que de pi, pero de ser, de ser, tenía más miedo y sin darme cuenta lo he ido siendo a golpes y tropiezos; más por viejo que por sabio.
Con la de mochila de carnecruda.es, que cogió Javier y ahora llevan por el camino tanto sus compañeras, como todas las productoras e innumerables oyentes, vamos conociendo nuestras realidades y recordando las tardes aragonesas con aquella voz que se quedaba impregnada en nuestra juventud que se revelaba a las órdenes impuestas.
Cantar lo vivido, andar los sudores de quienes dieron soporte a la tierra y por fin, compromiso para que una sociedad tuviera ética.
Sufrió, decía hoy Paula, su hija, los embates de las bestias. Esas mismas que ahora andan desatadas creyendo que sus traiciones son la esencia del país.
Maestro, como su compañera, como aquellos que buscaban que la sociedad se hiciera a ella misma, sin tutelas.
¡Cómo hubiera necesitado, y muchos ahora, que nosotras estemos con ellos!
Declinar las invitaciones a la irracionalidad, para ser consciente de lo conseguido
Escuchar por encima de ondas, para conocer quienes ayudan
Rebuscar entre las concesiones a los adalides de la mentira
Despejar sus escenarios provocados, para encontrar en el diferente
Eliminar bronca de matones que buscan armas descerebradas
Depredadores especuladores hundiendo esperanzas
Estudiar leyes para ser carcomidos por ansias
Diplomacia ahogada en míseros egoísmos
Canallas catódicos dopados en negro
Máldito dinero de ejecutores
Mutados por publicidades
Desangran convivencias
saciados por corruptos
destruyen mundos
¡Garrapatas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario