Oigo los activistas en Cáceres, son de países de la América Central y Sudamérica.
Les ha puesto luz, Javier Gallego, en carnecruda.es; gente a los que las mismas empresas transnacionales y sus aliados internos les quitan sus tierras y ríos, a los que contamina o desvía.
Un joven se balancea sobre la tela de otros que se tapan, su sexo, que no la cara para mostrar su aceptación de lo puro, de lo exclusivo, de lo que les diferencia de quienes hoy, en una entrevista, reconoce haber vivido en una chabola y luego en un barracón; ahora se preparar para ayudar a los suyos, habiendo estudiado con las chapas moviéndose como tiritera de fondo.
Pasemos a nuestro protagonista, le llaman adolescente, de 17años, bromea con escupir a unas compañeras o a un viejo profesor; tiene el auditorio de alguien al que no le extrañaría esa posibilidad.
En un primer momento, dejas pasar, como momentos antes has aguantado varios vídeos en los que un mundo mejor es posible. Neuronas, te pueden decir o llamar. Como va a ser malo, vean, que una pareja se regale la comprensión en el otro, que otro cene con sus abuelos y una joven comparta cosas con su otra hermana. Todos blancos, todos oyendo una música que, desde luego, no sale de mi saxofón porque podría ser el principio de una historia de terror, la han cuidado muy bien y la meten todo un panal de miel de los instrumentos. Pero esas música, ¡ay!, esos sonidos que enternecen almas, que las masajean, las besan, las entra.
¡Basta!, ¡Basta!, ¡impúdico, quita lo último!.
Bueno, perdón, las penetran
Y entonces quienes la oyen se sentará también con su familia en la mesa de Navidad. Ella toda blanca, toda pura; risas, armonía; ese instante congelado para todo un año.
Muestras, a cambio, un acto de una limpieza infinita, un ser humano corroído por la sal, descompuesto por la pérdida de su hermano, destruido porque alguien, quizás alguno de la fotografía de arriba, les tomó el dinero que había juntado como esclavo y le hizo, aún más, y cuando, por fin, escapó, otro le llevó a embarcarse en la nave esperanza, con un motor preparado para explotar y unas vías de agua, listas para corroborarlo en su contacto con el oleaje.
Surcando cuchillos, en una negras aguas, saladas, hambrientas insaciables que a "dentelladas" se traga los cuerpos, miles, empujados por la codicia de piadosos tratantes. Algunos, llegan a la orilla, con arena en piedras, como colchón y el frío como manta que les busca para su exterminio.
Una voluntaria acoge a uno con un abrazo; con un hilo de pureza, que empieza a restañar las heridas del corazón.
Alguien enseña esa imagen, en un lugar para entender; tal vez, no, pudiera ser en el mismo lugar donde el sibarita estudiante proponía como juego escupir a unas chicas, a un profesor.
Quizás el miedo, le haya retenido antes, al fin y al cabo tiene un objetivo que cumplir en la vida; y un pequeño retraso puede que le creará algún que otro inconveniente a su pujante soberbia. Junto con su interlocutor deciden que a estos seres o a otras, por ahora no le salivaran; pero a ese ser desvalido, ¿Cómo se le ocurre darle una abrazo?. No debiera venir a nuestras tierras y basta.
Mientras, quizás, este año, a este ser, le toca decir unas palabras para celebrar esa reunión, todo en blanco, todo en sonrisas; y cuando lo hace, mira ese producto obsceno, pulposo; se le viene la imagen de toda su boca llena de lascivia.
Su boca por fin, suelta la saliva que tanto le costó retener. Alguien en África, por un euro al día, le estará recogiendo ese alimento para que un día suelte los esputos con más sustancia.
Se pone esos videos y su mente se adormece en lechos de grandeza. Mientras sueña, que entonces, si regara al diferente.
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