Empieza un tiempo para construir un nuevo edificio. Van acumulando material y el director de obra toma una foto de la que se me escapa el significado.
Escribiré porque he descubierto que es la forma de encontrar los significados. Cuando aprendí con Sten, sólo después cuando he intentado enseñar es cuando he descubierto mucho de lo que trataba de enseñarme. Por eso, en la imagen de esta mañana.
A cambio yo perderé una vista. Sin darse cuenta muchos de los que leerán esto, tampoco la podrán buscar en el paisaje del próximo verano.
Un cuaderno parece obsoleto pero empieza a ser llenado de palabras y fórmulas, dar pulsos con los pasos a lo nuevo e imaginar árboles tañendo colores, con el gris que transcurre
Son ideas que necesitan ser expuestas a la luz por si se corroen o aún pueden ser matizadas un poco más. Construyo una nueva acción y también existe un arquitecto; de los sonidos, con sus tiempos e intensidades. Me da un cuaderno; el segundo, lo abro, está vacío. Comprendo, me ha incitado a buscar más abajo y preparar buenos cimientos. En el primero, los pentagramas como el mallazo son un entramado esencial; los había recordado pero no medido, un centímetro hundiría una casa y un bufido, desaparecer a Charlie Parker.
Me dice que repase los alambres del 2por4 o 4por4, me pongo a ello. Cada hilo sujeta un cuadro pintado en una noche de insomnio de Clint, salvará a Sean y votará a Donald, quizás piense que es un pato
En mi coche, mientras una rodilla hermana está dolorida, solfeo, antes de llegar a la vega del Tajuña. Así, si, me digo, el do negro, arriba y ¡ojo! que llegan curvas; el blanco, abajo arriba y ¡oh! los robles que te rodean; abajo, porque llegará el próximo lunes que mis actos me negarán tres veces.
Después de Brihuega, agarro el volante, porque vienen curvas y las manos querrían tocar el lienzo que me sobrecoge. Al hacerlo me penetra una belleza inconmensurable, oscura, de un equilibrio que lo meto en la boca de mi mente para que esta la devuelva en sonido.
Si no la toco yo, pienso, porque no llegue, sé que alguien será vestido de ese traje, elegante, sin estridencias pero que marca las formas hasta el embelesamiento. El agua de ayer flota en unas gotas de esencia, fertiliza mi paso, como para subir una octava y alcanzar a guardar el cuadro, para instalarlo cuando el olvido, como lugar al que volver.
La blanca retenla, la negra que fluya para requebrar con beso furtivo. El frío asfalto parece curvarse con el calor de unas corcheas juguetonas; el río se retuerce como un cuerpo embrujado, con siluetas penetradas por una caricia de un viento por domesticar.
Work song, Charlie Parker sobre las yemas en unos ladrillos que comienzan un casa y esconden lo que siempre nos pertenecerá, sea en una luna llena para el paroxismo de teclas y llaves que recorren las ramas entre suspiros de lo que siempre es, aún mudado en mil trajes; sea en una oscuridad, posada en barros que nos pintan las caras, con mil matices de tierras que recorrimos para conocen sus esencias. En Sherer, entre los días compartidos con soñadores, luchando sin hilos que les encierren en los envoltorios de una publicidad, sonaban para ser tiradas, notas y voces neutras.
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