lunes, noviembre 28, 2022

Pudo ser sólo eso

 Cuando se dio cuenta que llevaba tres años oteándose, vislumbró cosas que habían pasado entonces; reconoció que muchas veces había estado agotado y en esos momentos le había sido imposible adentrarse por la maraña de ideas que se iba dando cuenta, anidaban en su cabeza. 

  No se salía de aquel laberinto, como podía hacer Juan José mientras tomaba un té verde; todo era más complicado, se ponía delante de una pantalla y no tenía una historia que contar, vertebrada con su guión, sus búsquedas, sus estructuras internas y externas. Él se daba cuenta que todo eso, por ahora, le sobrepasaba. Lo suyo podía ser como un encuentro furtivo, nada duradero, nada que le ofreciera cada día, una búsqueda más profunda, tanto en las entrañas de ella como en la suya.

  Podía ser sólo una proposición, lanzada al azar para, ambos, o él sólo comprendiera como había una parte de él, que necesitaba aflorar, buscaba quitarse todas las vestiduras con las que se habían encerrado en la mente y salir desnudas; habían sido aceptadas, sin más, pero, antes, nunca había comprendido la profundidad de cada uno de esos encuentros, al posarse en alguna de las estancias; al descansar, como dormida, tal que ida, o es más, como amortajada. 

  Cuando en uno de los momentos como el de ahora, encontraba la luz, la buscaba como aquel día, también a ella, para decirla que, era posible, que no hubiera mucho más, pero que si le había ofrecido un encuentro era porque le importaba, como ahora lo estaba haciendo con esos más de mil días, en los que había ido forjando su forma de escribir, a través de torpezas, repeticiones y carantoñas a algunas palabras que las había buscado porque en ese momento, el éxtasis estaría más próximo. 

  Comprendía que le hubiera rechazado, aunque como siempre, luego se daba cuenta que decirla, parte de lo que ahora anda escrito, hubiera sido necesario decirlo para que comprendiera la desesperanza porque todo, como lo escrito, tuviera la duración de una trilogía, pero si la intensidad de un tiempo corto con alguien que le había marcado y a la que quería entregarse, como a este texto, para que supiera que todo lo que fluye con sus imperfecciones nacen de una salida a la luz de los momentos que han besado pasiones, han abrazado tristezas y, muchas, nunca sabre si demasiadas o pocas, o en exceso, han sacado a airearse muchas de mis ideas, confrontadas con unas posiciones políticas que hacen daño a la convivencia, por mucho que las blanqueen.

   En exceso han sido los días, en que en medio del apasionamiento, del hacer o escribir hubiera debido parar porque lo precoz, en uno y otro lado, de lo expresado, puede dejar insatisfecho tanta a la amante como a un lector que echa de menos, más profundidad o deternerse en esa zona donde el placer de la mutúa búsqueda puede provocar un asirse el uno al otro, como amantes tallados para el instante, que creemos infinito. 

  El contraste de esos tres años largos, son los veintiun días, emprendiendo otra búsqueda entre los sonidos. Ayer, el saxo, como el escribir, como esa cita no correspondida, me reveló que si llego a ese tiempo y luego sigo, y sigo, aunque el tiempo quiere mostrarse cada vez con la pantalla de "the end", sólo un encuentro de un día más, con nuevas directrices, te dará una satisfacción que no esperabas ya tener. 

  Dia 21, reencontrarse en la búsqueda

 

No hay comentarios:

Siameses y mercader

Siameses y mercader
Zaida, Fernando y