No es fácil hacer un nudo para la corbata. Lo aprendí, bueno no, cuando como recurso de vida, busqué hacerme vendedor, por dos instantes de una de esas estafas piramidales, poco duraron, la chaqueta marrón y los zapatos de gamuza azul.
Cuando el barco descansa en el puerto. Observas su horizonte y escuchas las olas que rasuran las aguas. El corazón de las grandes tormentas se alimenta de las grandes avenidas de los vientos desatados en todas las direcciones. Cuando se siente invencible y eterno comienza a desparramar toda esa energía como una furia destructiva que tarde comprenderá, la reducirá, exhausta a una brisa que despierte a quienes perdieron todo y una tabla retorcida les habrá abrazado.
De tierras muy diferentes serán quienes, pletóricos de imágenes y voces, llegarán a embarcar en ese nave. En tierra se habrán quedado, los pequeños practicando con los nudos marineros, escuchando los raps de las gallinas y patos, cantores de espasmódicos ritmos.
Mientras, viajan en mieles y sueños, las cabezas de familiares; no necesitan velas, los optimist son cosa de niños. Les metieron la gasolina de los fórmulas 1, compuestas de grandezas, de superioridades, de ser lógicos ante las cosas que suceden en la vida. Son unos afortunados y creen que la sociedad son como ellos y claro, por supuesto, los de arriba, quienes les dan el vademecum de como se debe actuar y que se debe amar.
Abajo están los que es más que probable, han querido permanecer en los bajos, donde los ruidos de los motores hacen insoportables la acción. Ellos lo quisieron, parecen decir.
Echan rápidas miradas y como por casualidad, ven a algún compañero, subiendo por una maroma que le han ofrecido con su nueva casa, suda, pero anda derrotado porque está impregnada de la grasa de los bajos salarios y de los incrementos de los precios, en lo que creía que tenía controlado.
Desde cubierta, con piscinas de halagos y daiquirís con frutas de sabores indescriptibles, erotizados, sienten explosiones, que desde los altavoces de los ojos de "gran hermano" se apresuran a decir que son de volcanes marinos, profundos que no les afectará.
Un niño sigue en tierra ensayando el as de guía, el nudo llano, el ocho, el de rizo, ballestrinque. No le dará para ir muy rápido en la vida, cuando los ponga en practica en los barcos de vela. Le anuncian trabajo, sudor, descubrirse, reconocerse en el otro, ayudarse entre todos, ilusiones juveniles para crear lazos.
En cada tumbona de esa nave explosionada, quedan restos de un egoísmo exacerbado. Incluso en esas condiciones, no permiten que nadie se suba a su exclusiva tumbona.
Con el último nudo que sale del foque, niños sabios comprenden que ellos deben emprender sus propias rutas
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