Decía un egregio periodista falangista, Emilio Romero, más o menos, que la derecha tiene que mentir porque defiende solo a 200 familias muy ricas y no tendría votos para ganar poder en democracia
El camaleónico Luis de Guindos, siempre ha sabido responder a su equipo aún con camiseta cambiada, la nuestra, la traicionada
Todo lleno de cancelas, a ver como llego yo a comprar el nuevo barco.
Y me es necesario, porque por el Henares, puedes ir relajado, muchos días alaño, pero llueve durante una época larga, como excepción y entonces empiezan los desvarios en los terrenos, aparecen manantiales que parecían perdidos, piedras que son arrastradas, árboles que se cruzan en el camino "un sin dios" dirían los de"amanece que no es poco".
Se vuelve tan loco el ambiente, que escuchas a un, ahora, banquero, antes titiritero para la tele, desde lo institucional y antes, gurú, sin suerte, que dijo que la ayuda a los bancos, no la pagarían los ciudadanos españoles que te dices a tí mismo:
"Uff lo mío con el río desbordado es una locura, todo destrozado, ningun margen para crear un futuro, pero tiene su lógica porque cuando atacas el orden de siglos, las consecuencias se hacen esperar pero son inmediatas, pero dar valor a un fullero, tampoco debiera ser nuestro "modus operandi".
A la zorra que ha avistado hoy a las gallinas, le ha dado un mordisco un perro. Nada que no suceda en la naturaleza; en la de un ser humano, las cosas son más raras; sucede que un monstruo, no por feo, no por tener siete cabezas; si, porque le ponen un micrófono amigo y parece el Messi de la economía que va driblando, dejando huella de su impronta, de su capacidad para el regate, para para el tiempo, para hablar de un futuro brillante y claro, te lo dice en la televisión y te pones de rodillas, para escucharle y de pie para seguirle. Pero claro, con el tiempo, te das cuenta que no te puedes poner de espaldas, ni, desde ese lugar, agacharte para recoger una moneda que te tire. Por un pequeño rasgo te das cuenta que es falsa, y por los goles que van cayendo, pero en tu propia porteria, concluyes, este tío me está quitando la pelota, se la está dando al contrario y me está haciendo falta a mi mismo.
Eso te lo ha hecho hace tiempo y te quedas con la cara más estúpida que has podido poner a una broma pesada. Ahora le ves en la pantalla de nuevo, con la misma jeta, las mismas artimañas y hablando para tu equipo, pero debajo ves que lleva la zamarra de tu contrario, los bancos, y entonces, por mucho que en la televisión pública pongan su efigie y sus palabras, sin la contraprestación de mis mejores defensores y centrocampistas que saben como minimizar las trampas que nos va poniendo el infiltrado en nuestras propias líneas y tú, como delantero, te quedas aislado, entristecido porque no te van a llegar balones. Estas tristes, como cuando te acuerdas de los bocatas de panceta con queso que te embrutecía de gusto, pero de repente percibes que todo empieza a funcionar que los defensores y centrocampistas le quitan su disfraz y sabes que te van surtir balones y que a ese fulano, le podrán alabar por su capacidad de trasvestirse, como a su dama negra, pero tú puedes llevar a cabo tu verdadero juego, sin que los cimientos te los corroan.
Son los días en los que las cancelas con las que te han ido poniendo cielos sin estrellas, van saltando, aún sabiendo que, incluso, el que es salvado por lo público, creerá que algo tendrá la cabra, cuando la suben tanto por la escalera.
Si, porque les lees la mente y les conocen porque la flauta es la de Hamelin; no el saxofón de John Coltrane, sueñas.
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