Creo que he tenido que coger dos caballos para darme cuenta que quería llegar a un sitio, donde no era imprescindible estar el primero, ni tan siquiera llegar para tener más.
Sólo contemplar como se han deteriorado mis calcetines, me ha puesto ante la situación de tener que salir un día a recoger uno de los caballos, después de haber cabalgado durante tres horas.
El jinete apenas me presta atención, dispuesto a coger la otra cabalgadura, el caballo, a cambio, es otra cosa, ha decidido que dado que he prescindido de los espolones con los cuales les suelen castigar y viéndome como puedo ser victimas de un terreno pedregoso y con grandes cascotes de cristal porque la gran orquesta del alcohol, les ha montado una fiesta a mis vecinos; este caballo se acerca y tomándome una de las piernas, nada menos que un lunes por la mañana, me pregunta si quiero que me ponga una herradura.
Me veo débil, los cristales amenazantes y los de la orquesta tocando la última canción, aunque ya se debieran haber ido hace varios días. Aún así, contemplo la posibilidad que se me ofrece, pero la descarto. Mi podólogo siempre me quitó la idea de ponerme piercing en los pies. La lengua, bueno tiene lugares donde entrar pero estos, en principio, no tienen porque ser cortantes. Pero claro el pie, va un día por el barro, otro día sobre piedras y las menos, mejor, sobre cristales y ponerse una herradura no ayuda pese a las apariencias.
Otra cosa es que formemos un equipo y en ello analicemos nuestros puntos fuertes y los más flojos y nos dediquemos a cuidar el campo. Nuestra sierra de la Culebra, es parte de nosotros, aunque muy lejana, pero y ¿nuestro Alto Tajo?; este nos espera y nos pide que no haya intermediarios de esos de voces en los periódicos y proclamas en las radios y televisiones para hablar de sus pagadores y quitar el dinero a los proyectos públicos, de fijación de personas.
El programa de carnecruda.es, sobre el incendio en la Sierra de la culebra, termina así. La voz de un habitante de aquella zona, que habla de los 600 millones que se han dado a empresas para que cuiden aquella zona, a parte de rentabilizar sus negocios y de con la mitad, este agricultor, ganadero proclama que abría planes que fija población y previene incendios.
Existe un inconveniente grave: Los políticos no saldrían con su aureola en "los ecos" parroquiales en lo que se han convertido muchos periódicos locales.
¡Cuántas lágrimas salen de los incendios que se ven impotentes de apagarlos!
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