Mientras miro el cuadro, sus personajes se incorporan y el ambiente se puede palpar como demasiado denso. Ella, se ha acercado a mi cuerpo y me ha llamado por si podía volver del lugar, que intuía lejano, donde se encontraba mi mente
Un balón salido del cuadro ha golpeado eal hombro de Aitana, bueno debería decir ha sido posado por ella, como una caricia sobre el espacio.
La noche se echa encima, sólo luces, curvas de naranja, a veces blancos, más difíciles observar los rojos. El viento ya es de otoño y los aromas, los del campo. John Coltrane como fondo, para tapar el do, combinado con los mi, re, si, la, después los sol, otra vez re, la, el do mayor. El fondo no se ve y los cielos descansan tras regalarnos su esfuerzo por soltar un agua, que parecía ser más escasa que nuestras lágrimas.
El lienzo tiene por debajo aquellos picos, aquellos llanos y cuando el viento no encuentra su chimenea, el aire del recuerdo de una imprecación y un imposible; lo aceptas, porque los años nos hicieron entrar en esa edad, en la de no retener a quienes apreciábamos.
Pedimos al perro que ladra, su comprensión y a la bandada de pájaros que estaba en el camino de entrada a la huerta, la despedimos. Se levantaron en el último momento. Cuando el saxofón estuvo montado emitimos una primeras notas y al levantar la vista, vimos que andaban esperando en los cables de la luz, por si algo pudiera apaciguarlas, tras un día de lluvia y viento del Oeste. Levantaron el vuelo, tras los primeros minutos. Comprendieron que la música del móvil que las había retenido se apagaría con las notas, torpes y buscadoras de encontrar los pinceles para dibujar los sueños.
Creo oír palmadas, pero son unos plásticos que tenemos atados para protegernos de un calor que ya se escapa.
Se reiría, como Luis, me recuerda que le reprochaban en los primeros tiempos, cuando los acordes son más desacuerdos con la musicalidad. En el fondo de la pantalla, tocando el saxofón en el Pajares, nos ayudaste a ser felices. Ojalá, esos pitidos continuarán, no para los paso pequeños de una carrera, sino para acallar, por un rato el saxofón. Para lo uno, y para lo otro, era una invitación al encuentro.
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