Siempre insisto en las cabriolas, pero no siempre las cabras han estado para eso. Cuando pensaba que eso era posible me compré una escalera y una trompeta, pero un día dejé la primera encima de la segunda y por azares de la vida, la tecla que tocó, se quedó presionada y hete aquí que llega un viento del norte gélido pero que sopla con una fuerza que mete a la cabra en un estado de sobrexcitación que le creó un problema de bulimia.
Yo, para la tontería y el bullicio estaba preparado, pero claro, como tratas un caso tan grave con la cabra que te está dando como toda explicación una nota en be; vale corta, pero y si cuando se prolonga en el tiempo es un beeeeee mantenido. Del animal, no tienes todas las certezas de lo que quiera decir por mucho que "el antropólogo inocente" te abriera muchos caminos; pero claro, te empiezan a nombrar mantenidos y a nadie se le escapa que un zángano se ponga la toquilla de rey y vaya por ahí, con su faralaes luciendo todo lo que le reporta su estado y estadio, que puede ser lo mismo o tener sus matices.
Tu, les vas preguntando: ¿en qué estado estás? e igual te sale por uno de la India que por el de Tegucigalpa, que, quizás, tiene su interés pero que también entraña su peligro, porque las costumbres no son iguales y los tés tampoco, por mucho que a los dos, los pidas como verdes, pueden tener aditivos que te pongan en problemas.
Así que tu ves a un mantenido en un estadio y le dices a tu pareja: Mari matizando, entre admiraciones, no vayas a mostrar que preguntas y te diga: ¡pues majo, deberías haber tirado de la cadena!, así cuando lo haces en forma exclamatoria ¡Cómo está el servicio!, lo que buscas es una cierta afinidad, porque ves a un insigne moreno que un día anduvo por ahí, luciéndose como un pavo real y hablando como una chamán y, entonces, te preguntabas, una y otra vez, ¿pero tanta desfachatez como puede ser premiada?
Y claro, luego piensas y te preguntas en voz alta, chamán, chamán, ¿No son los que se visten y se revisten para que te fijes en sus ropajes, creyéndoles, a veces, payasos y otras muchas, elegidos.
Así que terminas dándote cuenta que el estadio al que te llevó ese estado de abducción te ha puesto en un estado de aceptación que igual lo haces con un acaparador de pisos y fincas, que casi no te lo crees, pero le aplicas el dicho, que aquí le define de forma tan certera: "el colega se lo lleva muerto".
Y mientras, el vuelo de las abejas a catar flores te hace preguntar si su estadío podría suponer un estado de las cosas que le llevara a buscarse otros mantenimientos
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