Contesta el entrevistado y salen los emboscados, mantenidos perennes que saben de donde vienen la savía.
Lanzadas por las aguas de un invierno exhausto; lo excesivo es la muestra. Gran nevada que se escapó de nuestra memoria y calor que te invita al río.
El agua acaricia entre la piel y el neopreno. Parecían que con sus dedos pudieran modelar nuestros éxtasis. El de hoy ocupa la memoria de los muchos tiempos vividos con una piragua como elemento de conexión y una pala que recordaba, con este ritmo de agua, las maniobras para amarrarme sobre las crestas y los valles de las pequeñas olas.
Si es el agua del verano y un punto más de velocidad harían saltar las alarmas de la pericia, pero por el momento la lucha contra las corrientes y sus muy diversos caminos nos aleja del tiempo en el que vivimos y los achaques que aquí parecieran respetar el entusiasmo por este encuentro en las diferentes fases de la memoria, de una Galicia y sobretodo un Marruecos que nos coloca cunas de agua, cuando nuestros fantasmas frotan para tomarnos y meternos en el candil que nos minimiza♠
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